Puerta Dijeaux

En este momento estás contemplando la Puerta Dijeaux, que conduce a la plaza Gambetta donde en el pasado se instaló la temida guillotina. Si te das una vuelta por los alrededores podrás ver el marcador del kilómetro cero a partir del cual se calculaban todas las distancias desde Burdeos. La portezuela que puedes admirar hoy en día forma parte de una larga serie de portones. Efectivamente, Burdeos era una ciudad fortificada y cuando se piensa en murallas se piensa también en puertas, de lo contrario uno se quedaría bloqueado. Las murallas bordelesas han crecido con la ciudad a lo largo de los siglos y cada ampliación ha traído consigo nuevas puertas. En la época de la primera muralla romana en el siglo IV ya existía la puerta de Dijeaux bajo el nombre de “Porta Jovia”, es decir, puerta de Júpiter. Según el historiador Camille Jullian, era una simple abertura en una larga vía romana que conducía al templo de Júpiter, de ahí su nombre. Fue con la construcción de las nuevas murallas en el siglo XIV, cuando la puerta se desplazó ligeramente hacia el interior de las nuevas murallas, justo donde te encuentras hoy. Se transformó en una puerta defensiva y fue capaz de resistir el asedio de la ciudad durante 12 días en el periodo de la Fronda de 1650. En 1746, en el marco de un proyecto de embellecimiento de la ciudad se acondicionó la plaza Gambetta. En aquella época Gambetta aún no existía por lo que la plaza se llamaba Place Dauphine. La puerta fue demolida para construir una más bonita. Como sus predecesoras sigue marcando el término de una larga calle y va desde la plaza real en dirección al río. Ha costado bastante conseguir que la Porte Dijeaux llegue a estar tal como la ves hoy en día. Declarada monumento histórico en 1921, es hoy un verdadero símbolo de la ciudad.