Palau Güell

Es imposible no estremecerse al pasar ante la fachada del Palacio Güell. Sí, es una de las obras maestras de Gaudí. Menos conocido que las casas Milà o Batlló, este palacio es, sin embargo, el único que se puede visitar de arriba abajo, así que si alguna vez quieres verlo por dentro, puedes hacerlo, pero, por supuesto, tienes que pagar. Sólo por la fachada ya merece la pena divertirse. Fue el mecenas de Gaudí, Eusebi Güell, quien le encargó construir este palacio para alojar a su familia. En lugar de trasladarse con los demás ricos de la época al nuevo barrio de moda del Eixample, eligieron quedarse en pleno centro, cerca de la Rambla, más popular. Gaudí construyó el palacio con una fuerte influencia árabe y oriental mezclada con el modernismo catalán. Es este estilo inimitable el que te da la impresión de estar ante un palacio florentino o una casa de cuento de hadas, rematada con chimeneas de setas multicolores. En la parte inferior, el maestro herrero creó una zona que permitía a los habitantes ver lo que ocurría fuera ¡sin ser vistos! sin duda, algo muy útil ¡Y fíjate bien en los dos arcos de entrada! Podrás encontrar las iniciales de Eusebi Güell entre elementos de la naturaleza. Entre los dos, verás un escudo de 3,5 m de altura. Esta obra representa la bandera catalana con tablones lisos e hilos metálicos. Sobre un casco, un ave fénix simboliza el renacimiento económico que vivía la sociedad catalana.