Llama Olímpica

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Vancouver, Donde las montañas rozan con el oceano
Para apreciar la importancia de esta escultura, tienes que imaginártela encendida, o mejor dicho, prendida. Siguiendo la tradición, la llama fue encendida por los rayos del sol en Olimpia, durante una ceremonia en el templo de Hera. Luego, fue llevada por toda Grecia antes de llegar a Atenas. Después surcó los cielos para llegar a Victoria, la capital de la Columbia Británica. Dos medallistas olímpicos canadienses, la patinadora de velocidad Catriona Le May Doan y el triatleta Simon Whitfield, encabezaron el recorrido, portando la llama en la primera etapa del relevo. Incluso voló hasta Nunavut, pasando por la pequeña ciudad de Alert. Este es el lugar habitado más septentrional del mundo, ¡a sólo 817 km del Polo Norte! Para honrar los lazos de amistad entre Canadá y Estados Unidos, también pasó brevemente por el paso fronterizo del Arco de la Paz, entre los estados de Washington y Columbia Británica. Fue necesaria la participación y el apoyo de 560 personas en Grecia, y 12.000 en Canadá, para que la llama olímpica llegara a Vancouver, tras recorrer 47.180 km. Se encendieron dos pebeteros idénticos, el de la plaza BC durante la ceremonia inaugural, y el de 10 metros de altura que puedes admirar hoy. Éste permaneció encendido durante todos los Juegos, hasta la ceremonia de clausura. El pebetero, de cristal y acero, representa el tema de los Juegos de Vancouver: fuego sobre hielo. La leyenda del hockey, Wayne Gretzky, tuvo el honor de encenderlo. Aunque el pebetero olímpico sigue en pie frente a la costa, rara vez se enciende. La ciudad le prende fuego en contadas ocasiones, y cada vez provoca una gran emoción entre los habitantes.

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