Catedral del Santo Rosario

Mientras que para los europeos, es inusual encontrar una catedral gótica entre dos rascacielos, en Norteamérica es algo habitual. El edificio que ves a tu izquierda es la Catedral del Santo Rosario. Se empezó a construir en 1899, en el emplazamiento de una antigua iglesia del mismo nombre. El padre Patrick Fay, capellán de los ferroviarios canadienses, fue elegido párroco de esta primera parroquia. Cuenta la leyenda que se acercó a la orilla del agua para mirar hacia el bosque que cubría lo que hoy es Vancouver. Entonces eligió el lugar del árbol más alto para construir su iglesia. En 1886 comenzó la construcción de una pequeña iglesia de madera, que fue consagrada dos años después. Por entonces, Vancouver gozaba de gran popularidad y su población crecía rápidamente. Las improvisadas ampliaciones ya no eran suficientes, así que se decidió construir una nueva iglesia, al estilo de la catedral medieval de Chartres, que pronto fue aclamada como el edificio religioso más hermoso al oeste de Toronto y al norte de San Francisco. Elevada a la categoría de catedral en 1916, se convirtió en la sede de la archidiócesis católica romana de Vancouver. Si quieres ver su interior, no dudes en empujar las puertas. La catedral tiene 21 notables vidrieras, incluidas 5 pintadas por el artista italo-canadiense Guido Nincheri, que representan diversas escenas de la vida de Jesús. Al acercarte a la entrada, te sorprenderá encontrar una estatua de un hombre tumbado en un banco. Se trata de una copia de la obra «Jesús sin techo» del escultor Timothy Schmalz. El original está instalado frente a la Facultad de Teología de la Universidad de Toronto, y se han instalado más de 100 moldes de la estatua en todo el mundo. Esta representación de Jesús lo muestra sin hogar, dormido en un banco, con el cuerpo y el rostro cubiertos por una manta, y sólo se le ven los pies, marcados por los estigmas de la crucifixión, revelando así su identidad. La obra pretende ser provocativa y suscitar la reflexión sobre el mensaje de Jesús y la crisis mundial de los habitantes de calle.