Torre Carlomagno

La Torre Carlomagno, que se eleva ante ti, te indica enseguida que nos adentramos en otra época. Constituye, junto con la torre del Reloj y el claustro Saint-Martin, uno de los únicos vestigios de la antigua basílica, destruida en 1797. Se la conoce como la Torre Carlomagno, porque al parecer la cuarta esposa de Carlomagno murió durante uno de sus viajes a Tours y el rey decidió enterrarla aquí. No se sabe con certeza, y la tumba nunca ha sido formalmente identificada. Sin embargo, sabemos que en este lugar hubo una gran basílica románica. En 1790, como todos los edificios religiosos de Francia, fue declarada de propiedad nacional. Salvo que, la pobre, sufrió tantos robos, sobre todo del tejado de plomo y de las estructuras metálicas de las bóvedas, que tras unas cuantas lluvias y tormentas, empezó a tambalearse considerablemente y hubo que destruirla por completo. Entonces se decidió conservar y restaurar la Torre Carlomagno como emblema del nuevo emperador que acababa de ser coronado. Napoleón no se consideraba el sucesor de Luis XIV, sino de Carlomagno. Él mismo lo había dicho en su coronación. Al final, la torre no se pudo restaurar, pero es gracias a Napoleón que sigue en pie. Para contemplar una vista de 360° de la ciudad, hay que pagar una entrada y subir los 248 escalones de la torre.