Estatua del principe Komatsu Akihito

Si hay una estatua que no puedes perderte en el Parque Ueno, es esta. Orgullosamente sentado en su fiel corcel, este hombre desempeñó un papel tan crucial para el país que terminó aquí, en uno de los parques más famosos de Tokio, entronizado a varios metros de altura. Se trata del príncipe Komatsu Akihito. Aunque no era un príncipe legítimo en el sentido estricto, ya que no era hijo del emperador, pertenecía a una de las familias consideradas parte de la familia imperial, cuyos hijos podían acceder al trono si el emperador no tenía heredero. Komatsu Akihito se convirtió en soldado del ejército imperial y pronto fue reconocido por sus tácticas militares. Fue él, en parte, quien puso fin al shogunato Tokugawa al dirigir varias batallas para derrocar al shogun en 1868. El shogunato Tokugawa, que había gobernado Japón desde 1603, llegó a su fin gracias a sus esfuerzos, marcando el fin del periodo Edo y el inicio de la era Meiji. Esta nueva era trajo consigo un sistema industrial y un fuerte desarrollo en Japón, que finalmente comenzaba a abrirse al mundo. Por sus logros, Komatsu Akihito fue nombrado teniente general del Ejército Imperial Japonés y recibió la Orden del Sol Naciente, un título otorgado a quienes han prestado servicios destacados a la nación. Sin duda, su estatua en el Parque de Ueno es un merecido homenaje a su legado.