Cementerio de Yanaka

En este lugar, un cementerio que no es cualquier cementerio, sino uno de los más hermosos de Tokio, se entrelazan la historia y la belleza. Aquí descansan grandes figuras del periodo Meiji: pintores, escultores y estadistas, junto al último shogun de la era Edo, Tokugawa Yoshinobu. A la derecha, una verja cierra la sección dedicada al clan Tokugawa, que gobernó Japón por más de dos siglos y medio. Cada shogun y su familia reposan en este lugar. Junto al cementerio, el templo budista Tennoji se alza como un guardián silencioso. Este cementerio, que una vez perteneció al shogun, se transformó con la llegada de la era Meiji en 1868, cuando Japón separó sus dos religiones dominantes: el budismo y el sintoísmo. Así nacieron los cementerios públicos, independientes de los templos budistas, para los sintoístas. Yanaka es uno de esos cementerios, aunque algunas partes aún dependen de los templos vecinos. En este vasto espacio de más de 10 hectáreas, más de 7.000 tumbas se encuentran bajo la sombra de cerezos que, en primavera, adornan los caminos con sus flores. Si no te asusta deambular por un lugar así, te invito a pasear por el cementerio, donde el recuerdo y la contemplación son las consignas. Aquí, entre las tumbas, se encuentran los restos de una pagoda de cinco plantas, que inspiró al escritor japonés Koda Rohan a escribir una de sus novelas en 1892. Sin embargo, fue destruida en 1957 en un incendio provocado por dos amantes que se prendieron fuego en su interior. Nunca se reconstruyó, pero sus cimientos aún pueden verse en el cementerio.