La Catedral de Sevilla

Como ya habrás notado, aquí hay una cantidad impresionante de cosas que ver por metro cuadrado. Sin embargo, aquí está lo que todos esperan ver: la espléndida Catedral de Sevilla. Estamos ante la tercera catedral más grande del mundo, por detrás de la de San Pedro en el Vaticano y la de San Pablo en Londres. La razón de que sea tan impresionante es que simboliza el poder del Reino de Castilla, que conquistó las tierras de los almohades. El mensaje es claro: la catedral se construyó sobre la antigua mezquita, la cual había sido profanada en 1248 y había servido como catedral católica desde entonces. En el siglo XIII, la mezquita fue demolida, quedando sólo el patio de los naranjos y el alminar, conocido como la Giralda, que hoy es el monumento emblemático de la ciudad. Se cuenta que, cuando se estaban elaborando los planos de la catedral, el arquitecto jefe, Alonso Martínez, dijo lo siguiente: “Construyamos un templo tan grande que quienes lo vean terminado piensen que estamos locos”. Para comprender el alcance de esta locura, hay que adentrarse en él. Sin embargo, la entrada es de pago, pero da acceso a la catedral, al patio de los naranjos y a la Giralda. Hay mucho que ver en ella. Un sinfín de dorados y pinturas de grandes maestros españoles, así como un órgano gigantesco. También verás la tumba de Cristóbal Colón, trasladada desde Cuba en 1898, así como la capilla real donde están enterrados los reyes más ilustres de España. Y quizá lo más impresionante de todo sea el retablo de la capilla mayor. Es el resultado de toda una vida, de hecho, de varias vidas. Diseñado por el escultor flamenco Pedro Dancart en 1482, y continuado por numerosos talentosos escultores, se considera el retablo más grande y suntuoso de toda la cristiandad. La catedral, junto con el Alcázar y el Archivo General de las Indias, están inscritos como Patrimonio Mundial de la UNESCO.