La nueva catedral

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Salamanca, ¡Viva la Dorada!
Salamanca lo ha entendido: ¿por qué conformarse con una sola catedral cuando se pueden tener dos? Aunque están una al lado de la otra, es fácil distinguir los dos edificios religiosos. Basta con fijarse en su aspecto. La más antigua es sencilla, mientras que la nueva es todo un espectáculo. Con esta pista, se puede adivinar inmediatamente de cuál de las dos se trata. Y sí, ¡es la más nueva! La idea de su construcción surgió en el siglo XV, como respuesta a la creciente falta de espacio en la antigua catedral. La población de la ciudad crecía gracias al gran atractivo de la Universidad. Con el apoyo del rey Fernando II de Aragón, el Católico, las obras de la nueva catedral comenzaron en 1509. En lugar de ampliar el primer lugar de culto, el soberano llamó a sus principales arquitectos de Toledo y Sevilla para que trazaran el plano del nuevo proyecto religioso salmantino. Se trataba de un hecho insólito en aquella época, en la que lo habitual era demoler para construir de nuevo. Construida en los albores del Renacimiento, la nueva catedral fue el “último suspiro del arte gótico”, con su tradicional planta de cruz latina, tres naves y capillas adyacentes. Sus proporciones gigantescas se ven reforzadas por una gran cúpula barroca y un campanario de nada menos que 93 metros de altura. Otra característica llamativa del entorno del edificio es la abundante decoración de las fachadas. En la de enfrente, hay ornamentos vegetales, animales, geométricos e incluso figuras fuera de contexto. Alrededor de la puerta principal, con mucho cuidado, puedes ver a un astronauta y a un diablo disfrutando de un helado. Dos “rarezas” añadidas durante la campaña de restauración de 1992, supuestamente como símbolos del siglo XX. Una forma de perpetuar la tradición según la cual los escultores firman sus obras, como una piedra más del edificio. Tras contemplar la fachada lateral, da un paso hacia la principal, doblando la esquina unos pasos más adelante. El acabado es aún más bello. La piedra adquiere un aspecto de encaje, revelando escenas de la Natividad, la Epifanía y el Calvario de Dios. Si decides pagar la entrada, te recomiendo disfrutar sin mirar el reloj. Aquí también hay espectáculo para rato, con un festín de estilos artísticos donde el arte gótico se funde con el barroco, que a su vez se nutre del renacentista. En definitiva, la catedral nueva de Salamanca es una auténtica joya, merecedora del título de monumento nacional que le fue concedido en 1887.

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