Terraza de la esclusa fortificada

Es cierto que la primera aproximación a la base de submarinos o a la esclusa fortificada de Saint-Nazaire no es precisamente la más atractiva. Ambas parecen enormes bloques de hormigón, cuya resistencia se ve desafiada cada día por las infiltraciones de agua y el desgaste que genera.

Sin embargo, por sorprendente que parezca, es a estas dos estructuras a las que Saint-Nazaire debe sus vistas más espectaculares. Desde su azotea, la ciudad se ve desde otro ángulo. Así que, a riesgo de cambiar para bien tu visión de la urbe, te sugerimos subir los pocos escalones hasta la cima y deja que la vista haga el resto.

Desde el puente de Saint-Nazaire hasta el barrio portuario, pasando por la dársena de los astilleros, la terraza panorámica de la esclusa fortificada cumple su promesa de ofrecer una vista de 360° del paisaje circundante. De un extremo a otro, tus ojos tendrán mucho que observar, descubrir e incluso analizar. Y eso no es todo. En el tramo más cercano al estuario, encontrarás un antiguo cañón del Campbeltown.

Este fue el destructor británico que sirvió como pieza central de la inolvidable Operación Chariot. Otra opción es situarse frente a la esclusa Joubert y contemplar una serie de figuras geométricas rojas y blancas. Se extienden a lo largo de 2 km por el paisaje portuario y forman parte de la obra de Felice Varini titulada “Secuencia de triángulos”.

Aficionado al espacio arquitectónico como campo de acción, este artista suizo contemporáneo se ha dado a conocer realizando espectaculares anamorfosis en lugares como la plaza del Odeón de París, así como en las fachadas de grandes edificios civiles como el Museo de Bellas Artes de Nancy.

Para disfrutar plenamente de la composición, es necesario hallar el ángulo ideal donde las formas alineadas se fusionen en una única imagen de gran tamaño. Es un divertido juego de perspectiva, en el que todo encaja o estalla, como por arte de magia, según el ángulo desde el que lo mires.