Piscina de Bon Secours

La piscina natural que ves sumergida delante de ti es un elemento emblemático de la playa de Bon-Secours. Llena de agua de mar y muy apreciada por los bañistas, su historia se remonta a los años treinta. En el periodo de entreguerras, el turismo balneario se disparó en Europa, y Saint-Malo no fue una excepción. Si observas las postales de la época, te darás cuenta enseguida de que las playas estaban mucho más concurridas que hoy. Es cierto que los vestuarios y las tumbonas que ofrecen los establecimientos de baño ocupan más espacio que una toalla de playa. Aquí, concretamente en la playa de Bon-Secours, René Lesaunier dirigía el establecimiento de baño que se había inaugurado. Este hombre ingenioso siempre tenía nuevas ideas para complacer a sus clientes. Impartía clases de natación e incluso ofrecía duchas de agua dulce conectadas a la red de la ciudad. Pero el mayor problema de René eran las mareas. Cansado de ver cómo sus clientes se marchaban a las playas vecinas cuando el mar bajaba demasiado, decidió construir una piscina para que siempre hubiera algo en lo que bañarse en la playa de Bon-Secours. La gente pensaba que estaba loco, pero René Lesaunier no lo estaba ni mucho menos: era tan tenaz como persistente, y su piscina, que ha sobrevivido al paso del siglo para llegar hasta nosotros, es la prueba de ello. Indisociable del paisaje de Saint Malo, evoca la era dorada de los baños en el mar y del turismo balneario. Y además, es un lugar ideal para hacer fotos y contemplar la puesta de sol con la ciudad de Dinard como telón de fondo. Regresa aquí esta noche y me lo agradecerás. De momento no te vayas de las murallas, ¡todavía hay mucho que ver!