El Fuerte Nacional

Aquí te encuentras el rocoso promontorio que alberga el famoso Fuerte Nacional. Saint-Malo está protegida por fortificaciones marítimas diseñadas por Vauban, el ingeniero real que construyó casi todas las fortalezas de Francia y a quien Luis XIV encomendó la delicada tarea de proteger la costa francesa de los invasores ingleses y holandeses. Una misión cumplida, ya que los intentos de capturar la ciudad fueron tan numerosos como inútiles. Acercarse al Fuerte Nacional es una oportunidad única para adentrarse en el seno de la ingeniería militar. Su puente levadizo, sus puertas y sus murallas se renuevan a menudo. Es en realidad un nido de historias que te trasladarán a las batallas de siglos pasados. La única vez que el fuerte fue tomado fue durante la Segunda Guerra Mundial. Fue transformado entonces en una prisión donde más de 300 personas vivieron un infierno. Azotado por el ejército estadounidense durante el bombardeo de 1944, parte del fuerte quedó destruido y muchos prisioneros murieron. Verás una placa conmemorativa en su recuerdo. Pero por encima de todo, el fuerte conserva su reputación de impenetrable y arriesgado. La leyenda cuenta que el corsario Robert Surcouf se batió en duelo aquí por primera vez. Se dice que derrotó a sus otros once adversarios en un abrir y cerrar de ojos, dejando con vida al duodécimo, al que simplemente cortó la mano y dijo: “Le perdono la vida señor, porque necesito un testigo”. Si quieres visitarlo, asegúrate de que la bandera francesa está izada en lo alto del mástil: ¡es la señal de que el monumento puede visitarse!