Estatua de Roland Garros

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Mientras pasamos frente a la estatua de Roland Garros, aprovecho para hablarte un poco de este hombre, originario de Saint-Denis, que no jugaba (como podrías pensar) al tenis, ¡sino al rugby! Roland nació en 1888. 4 años más tarde, su padre abrió un bufete de abogados en Saigón, actual Ho Chi Min, y fue en Vietnam donde pasó parte de su juventud. Sin embargo, cuando llegó el momento de ir a la escuela secundaria, sus padres le enviaron a Francia por su cuenta. Sólo tenía doce años, y después de un viaje de casi dos meses, empezó a vivir en Francia, independiente y responsable. Sin duda esta experiencia lo ayudó a forjar su conocimiento de la vida. En la Francia metropolitana descubrió su pasión por el deporte, sobre todo el ciclismo y más tarde el Rugby. Con una licenciatura de la Escuela de Estudios Superiores de Comercio de París, también se dedicó a la mecánica y al automovilismo. Pese a todo esto, su padre dejó de apoyarlo económicamente, ya que no quería seguir la vocación familiar de abogado. Tal vez fue un momento complejo, lleno de muchas decisiones, pero a Roland no le importó. Era un hombre libre e ingenioso. En 1908, utilizó sus conocimientos en administración y su pasión por la mecánica para diseñar un coche deportivo. Este logro le permitió demostrar sus habilidades y asumir la dirección de una empresa a los 21 años. En 1909, cuando asistió a la gran semana de la aviación en Champagne, descubrió lo que se convertiría en su pasión de toda la vida: la aviación. La fortuna que ganó con su floreciente negocio de automoviles, le permitió comprar la más barata y peligrosa de todas las máquinas voladoras: La Demoiselle Santos-Dumont, también conocida como la asesina de hombres. En aquella época no había escuelas de aviación. Los entusiastas y los exaltados, aprendían por su cuenta y riesgo. Roland Garros era dotado e intrépido. Ni siquiera había aprobado el carné de piloto cuando lo contrataron para hacer demostraciones en el Día de la Bastilla. Un año después viajó a Estados Unidos y México para participar en exhibiciones aéreas. Le apodaron el besador de nubes. En 1912, una gran gira por Sudamérica le convirtió en una figura respetada. Un año después se convirtió en un héroe francés tras ganar el Gran Premio del Circuito de Anjou, por delante de los mejores aviadores del país. El 23 de septiembre del mismo año, pasó a la historia tras realizar con éxito la primera travesía del Mediterráneo. Se hizo amigo de Jean Cocteau, que le dedicó un poema, y amigo de Bugatti, que le dedicó un automovil. Cuando estalló la guerra en 1914, puedes imaginar que se alistó y destacó como piloto aéreo. Pero el 18 de abril de 1915, su avión fue alcanzado y cayó prisionero en Alemania. Conocido por su determinación y resistencia, le mantuvieron bajo estrecha vigilancia y le trasladaban regularmente de un campo a otro para evitar que escapara. Pero eso fue exactamente lo que ocurrió. Con un amigo que hablaba muy bien alemán, consiguieron escapar disfrazados de oficiales y llegar a Francia. Le concedieron la Legión de Honor. Sin embargo, el 5 de octubre de 1918, cinco semanas antes del Armisticio y en el día de su 30° cumpleaños, su avión explotó en pleno vuelo. Se estrelló en las Ardenas, no lejos de Vuziér, donde está enterrado. Una vida corta, pero que parece tan larga y tan plena. Aunque hoy hayas aprendido mucho sobre Roland Garros, quizás aún no sepas por qué el estadio francés y los torneos de tenis llevan su nombre. Fue su amigo de universidad, Émile Lesieur, quien, al convertirse en presidente de la prestigiosa asociación Stade Français, insistió en que el nuevo estadio de tenis debía llevar el nombre de su difunto amigo. Esto no era negociable. Este estadio fue construido para albergar la Copa Davis. Así, el nombre de uno de los más grandes aviadores de Francia quedó ligado para siempre al tenis. ¡Ahora ya sabes por qué !

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