Gran Reloj

Incluso al cruzar la calle, puedes distinguir más o menos a distancia lo que será el próximo centro de tu visita. Imperdible y simbólico a la vez, el Gran Reloj está indisolublemente ligado al pasado medieval de Ruán. Como pegado a la fachada de este campanario gótico del siglo XIV, sede de las campanas municipales, el mecanismo del reloj es uno de los más antiguos de Francia, con un movimiento fabricado en 1389. Aunque ya no funciona mecánicamente, como lo hacía originalmente, las distintas caras del monumento sobre el arco son obras maestras por derecho propio.

Las esferas de 2,50 metros, ambas adornadas con un sol de hoja de oro sobre un fondo azul estrellado, dan la hora gracias a una sola aguja terminada en un cordero, que recuerda el símbolo de Ruán en el siglo XII. Para completar este deslumbrante cuadro, un calendario semanal, con su propia divinidad para cada día, y un globo terráqueo que muestra las distintas fases de la Luna, son otros detalles igualmente agradables de buscar y contemplar. Al pasar de un lado a otro, no te pierdas los finos relieves religiosos que cubren la bóveda de piedra que atraviesa la calle.

Hay mucho de lo que hablar, pero como habrás deducido, hay muchas sorpresas al acercarse a este lugar, catalogado como monumento histórico desde 1862. Además de su importancia para Ruán, el Gran Reloj  también tiene su propia copia en la Catedral de Nuestra Señora del Líbano de Nueva York. Un trozo del ADN de la capital normanda a más de 5.500 km de distancia. ¡Había que hacerlo! Quienes deseen descubrir lo que ocurre entre bastidores, entre la sala de la esfera y los antiguos apartamentos del gobernador del reloj, deben saber que se trata de una visita perfectamente factible, con la única condición de pagar una entrada.