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Calle Eau de Robec

21 rue eau de robec poi grand

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Ruán, La puesta en ‘Sena’ de Normandía

Ruán es un gran lugar para explorar a pie, con no menos de 1.200 calles en las que puedes perderte rápidamente. Pero si la mayoría de ellas se parecen a la calle Eau de Robec, a la que te hemos llevado, no poder orientarse parece un problema remoto. Bordeada por magníficas fachadas de entramado de madera y la apariencia de un arroyo a sus pies, la calle Eau de Robec tiene a todo el mundo de acuerdo. No sólo los visitantes que pasean por ella, sino también los vecinos, que recientemente la han votado la calle más bonita de la ciudad, superando a otras 31 formidables rivales como la calle Damiette. Pero tras este ambiente de vida de barrio y encanto del viejo mundo, se esconde un precioso testimonio de la historia de Ruán y de su industria textil.

 

Antiguamente atravesada por el río Robec, del que toma su nombre, la calle Eau de Robec fue en antaño la guarida de un gran número de pañeros y tintoreros. Hasta el siglo XIX funcionaron cerca de 16 molinos, que molían tanto las plantas tintóreas como el trigo de la región. Todo ello funcionaba gracias a la fuerza hidráulica del arroyo que pasaba al pie de las casas. Al mismo tiempo que era un desagüe de aguas residuales y una pila para lavar las manos de los tintoreros, el Robec tenía la peculiaridad de cambiar de color muchas veces durante este periodo. De azul, pasó a púrpura e incluso a amarillo.

 

El escritor Gustave Flaubert llegó a describir este fenómeno en su obra Madame Bovary con estas palabras: «El río, que hace de este barrio una vil Venecia, fluía por debajo de él, amarillo, violeta o azul, entre sus puentes y barandillas». Aparte de las aguas del Robec, los tintoreros también señalaban su presencia a través de la arquitectura de las casas con entramado de madera que ocupaban. Bajo la mayoría de los tejados de la calle, aún pueden verse los «graneros de tendederos». Estos son grandes voladizos en el tejado, abiertos al exterior, donde los artesanos secaban sus telas.

 

No se puede negar que los tintoreros de Ruán daban a la antigua calle un aspecto muy especial, con sus grandes piezas de tela colgando en el aire, haciendo desaparecer las fachadas. Entre el enterramiento del Robec en el siglo XX, sustituido desde entonces por estas pilas-fuente, y la rehabilitación de la calle en los años 70, hoy necesitarás un poco de imaginación para sumergirte en esta decoración. Pero no importa, ¡el placer de pasear por la Calle Eau de Robec permanece!

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