Calle Damiette

Pasear por el barrio de Saint-Maclou es el tipo de visita obligada que no puede faltar en tu itinerario de visita a la capital de Normandía. Cualquier local que se precie incluso te animará a hacerlo. Pero cuidado, no de cualquier manera. Lo mejor es tomar al menos una vez la calle Damiette, con su encantador trazado de casas con entramado de madera.

La calle Damiette, situada en el corazón del barrio histórico, ha sido testigo de innumerables rostros y épocas a lo largo de los siglos. Si bien hoy desprende cierta tranquilidad y encanto desenfadado, durante mucho tiempo fue un lugar bullicioso de cafés populares, donde las multitudes no siempre eran honorables. Entonces, ¿qué le ha ocurrido a nuestra rue Damiette para que haya pasado de un extremo al otro? La respuesta: el cambio sociológico.

En los años 70, la calle acababa de integrarse en la zona peatonal de Ruán, lo que hacía mucho más barato instalarse en ella que en otras partes del centro. Esto fue una bendición para los particulares, pero aún más para los comerciantes y artesanos locales. Como consecuencia, cada vez más vendedores de reliquias se instalarán en la zona, que, como habrás adivinado, adoptará rápidamente la calle Damiette como vía principal. Aunque los vendedores de reliquias de muebles y cuadros antiguos se han vuelto más raros en los últimos treinta años, Ruán sigue teniendo una de las mayores concentraciones de vendedores de reliquias de cualquier ciudad de tamaño similar.

Famosa entre muchos coleccionistas franceses y extranjeros, la calle Damiette sigue guardando muchos secretos para el gran público. El más persistente de ellos se refiere al origen de su nombre. Entre todas las hipótesis que se han barajado, está el homenaje a un antiguo propietario de la calle, la captura de la ciudad de Damiette en Egipto por el rey Luis IX en 1249, o la historia de una frontera o «meta» en latín, en esta parte de Ruán, cuya etimología habría derivado de Damiette. Sigue siendo un misterio, pero una cosa es segura: la calle Damiette tiene mucho carácter. Y el pintor impresionista Camille Pissaro, que vino a inmortalizarla en 1884, no nos contradirá.