Castillo de Sant’Angelo

El imponente Castillo de Sant’Angelo que tienes ante ti ha sido tumba, fortaleza, palacio papal, prisión y museo. Se construyó durante el reinado del emperador Adriano, hacia el año 135 d.C., y se destinó al mausoleo del soberano. Posteriormente, hacia el año 270, se le añadieron bastiones defensivos y se utilizó como fortaleza para vigilar las orillas del Tíber. En el siglo XIII, el edificio pasó a ser propiedad de la Iglesia, que decidió utilizarlo como prisión. Galileo, por ejemplo, fue encarcelado aquí porque creía en la teoría de que el sol estaba en el centro del universo. Y como el Vaticano, fuera de la fortaleza, era difícil de defender, en el siglo XVIII se construyó un túnel para unirlos. El Castillo de Sant’Angelo sirvió entonces de refugio a los Papas en caso de amenazas contra el Vaticano. ¿Qué tiene que ver el nombre de San Angelo con todo esto? Cuenta la leyenda que se debe a una visión del Papa Gregorio I. En el año 590, mientras la epidemia de peste negra hacía estragos, el Arcángel Miguel se le apareció sobre el mausoleo, volviendo a enfundar su espada, señal de que la epidemia llegaba a su fin. En cierto modo, la batalla había terminado. El Papa Pío II mandó construir una capilla en el lugar de la aparición. La estatua de bronce data de 1753. Puedes visitar el castillo, hoy convertido en museo, que te hará un recorrido por todas las transformaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos.