Gastronomía

Mientras recorres tranquilamente la alameda Robert Taussat, este es el momento perfecto para hablar de gastronomía. Rodez es una ciudad que se disfruta tanto con los ojos como con el paladar. Aquí, la cocina es todo un orgullo, heredada del terruño del Aveyron y de sus antiguas tradiciones. Imposible hablar de ella sin mencionar el aligot: ese puré de patatas elástico, mezclado con nata, mantequilla y sobre todo tomme fresca, que se estira en largas cintas antes de servirse. Nacido como plato festivo en los burones del Aubrac, sigue siendo hoy un símbolo de convivencia. En Rodez también encontrarás el farçou, una especie de torta gruesa hecha con acelgas, huevos y carne de cerdo picada, que en otro tiempo servía para alimentar a los trabajadores del campo. Más contundente es la flaune, que sorprende por su dulzura: una tarta aromatizada con requesón de oveja y flor de azahar, originaria del Aubrac pero adoptada con entusiasmo por los habitantes de Rodez. Entre los platos más emblemáticos están también los tripoux, un guiso de callos y patas de cordero muy apreciado en la región; el estofinado, receta típica de Rodez a base de bacalao seco y patatas; los manouls, una especie de morcilla local de sabor intenso; y la pascade, una crêpe gruesa y ligeramente esponjosa, servida salada y a menudo rellena. Todos estos sabores son muestra de la diversidad y autenticidad de la cocina de Rodez. El queso, por supuesto, ocupa un lugar de honor: en las tierras de pastoreo que rodean la ciudad nacen joyas como el roquefort, el laguiole o el pérail de oveja, presentes en todas las mesas. Y para acompañarlos, nada mejor que una copa de vino de Marcillac, con notas afrutadas y un ligero toque especiado, producido a solo unos kilómetros de aquí. En Rodez, la gastronomía es otra forma de descubrir el Aveyron, a través del placer de los sentidos y del gusto por compartir.