Castillo de Roanne

Hay que imaginarse que hace unos siglos había aquí un gran castillo fortificado, cuya construcción comenzó en el siglo XI. Todo lo que queda hoy es el edificio que tienes delante, que era el calabozo del castillo. Por desgracia, no se puede visitar. Por supuesto, es el edificio más antiguo de la ciudad y está declarado monumento histórico desde 1930. La torre, de 20 metros de altura, fue construida con piedras de Villerest por Bérard de Roanne, señor de los castillos de Roanne y Crozet. Antiguamente estaba rodeada por una muralla, un foso y un puente levadizo para entrar. Su función era proteger la ciudad. El calabozo sigue ahí y, gracias a su reciente restauración, sigue siendo un auténtico legado del pasado histórico de Roanne. En su interior, encontrarás una sala cuyo techo está totalmente decorado con escudos de armas del siglo XIX, otra joya del patrimonio de Roanne. A su vez, a la izquierda, se encuentra una fachada renacentista añadida en el siglo XIX por el caballero Santo Tomás, que actualmente es la entrada a la oficina de turismo.