Escultura y Shore Walk

En los confines de Europa, ahogada en el Océano Atlántico, Islandia es mucho más que una pequeña roca perdida. Es una seguidilla de paisajes tan surrealistas que uno pensaría que están casi retocados.

Pero, una vez allí, vemos rápidamente que la naturaleza ha sido realmente generosa con la isla. Como si un hada se hubiera inclinado sobre su cuna al nacer.

Y por sorprendente que pueda parecer, incluso en Reikjavik, en un entorno por definición urbano, conseguimos disfrutar de estos escenarios salvajes que nos alejan del resto del mundo. Basta con mirar un poco a tu alrededor para creerlo.

La Escultura y Shore Walk, en el que te encuentras, es un popular sendero pedestre en la capital islandesa. Se extiende a lo largo de más de 5 km, a lo largo del paseo marítimo, y garantiza un paseo pintoresco, refrescante y con un toque arquitectónico, en cualquier época del año.

Mientras disfrutamos de las diferentes obras repartidas por el camino, incluyendo el Harpa y el Sólfar, nos maravillamos con esta imagen digna de una postal. Mirando hacia la orilla, la mirada se pierde en la inmensidad del fiordo, sus islas y la montaña Esja en el fondo.

Si aún te quedan algunas palabras frente a este espectáculo, atrévete a decirnos que este lugar no es en absoluto pacífico y exótico.