Notre-Dame-en-Saint-Mélaine

La calle Saint-Mélaine pasa por la iglesia abacial del mismo nombre. Está dedicada a Saint Mélaine, considerado el primer obispo de Rennes. Y no fue un obispo cualquiera. En 511, junto con otros 32 obispos, participó en el Concilio de Orleans, organizado por Clodoveo para establecer las normas que regían las relaciones entre el poder real y la Iglesia.  Su popularidad se debe también a los numerosos milagros que se le atribuyen, incluso después de su muerte. Y fue la pequeña iglesia primitiva construida sobre su tumba la que acabó convirtiéndose en la hermosa abadía que tienes ante ti. Incendiada en el siglo VII, volvió a arder en el siglo X, obligando a los monjes a huir, llevándose consigo el cuerpo del santo. Reconstruida en el siglo XI, fue ampliada y mejorada con el paso del tiempo, hasta quedar completamente terminada en 1855, cuando se añadió un piso al campanario y se coronó con una Virgen María dorada.  Si echas un vistazo al interior, verás varios restos del edificio románico, como el crucero del transepto, la intersección entre la nave principal y la nave transversal que da a las iglesias su forma de cruz latina. También observarás que muchos de los vitrales son simples cristales de colores. Datan de la década de 1950 y sustituyen a los originales, que fueron volados durante el bombardeo de la ciudad en 1943. No olvides dar un paseo por el claustro, en la parte trasera del edificio, para descubrir sus bellas arcadas del siglo XVII. También se han encontrado capiteles del claustro románico medieval, expuestos en el Museo de Bretaña.