Catedral Saint-Pierre

Si fueras duque o duquesa de Bretaña, lo más probable es que esta catedral fuera especial para ti. Aquí es donde tú, tus antepasados y tus descendientes han sido coronados durante siglos. Hoy en día, la catedral de Rennes es una visita imperdible. La importancia religiosa del lugar que visitas es ancestral. La catedral es la sede del obispado desde el siglo VI, e incluso se cree que el primer edificio se construyó sobre un santuario aún más antiguo. En el siglo XII, se construyó en el lugar una catedral gótica. Fue entre los muros de esta iglesia donde se celebró el matrimonio de Enrique Tudor e Isabel de York. Este importantísimo matrimonio puso fin a la Guerra de las Dos Rosas y dio origen a la dinastía Tudor, que daría a Inglaterra cinco soberanos. En resumen, no era una catedral cualquiera. La que hoy se puede admirar data de 1787. El edificio del siglo XII se encontraba en un estado lamentable, y en el siglo XV ya se había derrumbado a la mitad. La reconstrucción fue laboriosa y difícil, ¡y ha durado casi 200 años! Así que cuando la ciudad de Rennes se encontró en medio de un proyecto de embellecimiento posterior al incendio, aprovechó la oportunidad para demoler la catedral y hacer levantar un nuevo edificio. Bueno, 1787 no fue el mejor año para empezar las obras de una catedral, pero entonces no podían saber que dos años más tarde estallaría la Revolución en Francia e imposibilitaría las obras. Hasta 1816 no se reanudó la construcción y hasta 1845 no se terminó. Vale la pena visitar el interior, con sus sublimes vitrales, su bóveda y su increíble sala del tesoro. Se debe a la llegada del nuevo obispo de Rennes en 1841, a quien no le gustó nada la decoración anterior. Le parecía sobria y quería columnas de mármol y madera dorada. Por suerte, era amigo del Papa y disponía de una buena red de contactos, que no tardó en poner en práctica. Consiguió que Napoleón III permitiera a Rennes convertirse en arzobispado y puso en marcha un gran proyecto que transformaría un interior clásico en una minibasílica de Roma. No dejes de admirar el retablo del siglo XVI, recientemente restaurado. Nada queda del edificio original del siglo VI, ni siquiera de la primera catedral gótica del siglo XII. Pero Saint-Pierre de Rennes es la única catedral de Bretaña, e incluso de Francia, que utiliza códigos romanos, y sigue siendo un tesoro del patrimonio de Rennes. El estilo es sorprendente, pero es bueno sorprenderse de vez en cuando, ¡y en Rennes nunca dejas de hacerlo!