Punto de vista desde la colina Petřín

Cuando nos vamos de vacaciones, generalmente todos buscamos las mismas cosas. Menos estrés, menos cansancio y más tiempo para recargar las pilas y hacer las cosas que nos gustan. En respuesta a esto, es cierto que una estancia en una capital no es exactamente la opción número uno. Sin embargo, algunas prometen no defraudarte demasiado. Al menos eso es lo que puede demostrar Praga. Puede que la ciudad bohemia esté repleta de actividad, de día y de noche, pero sigue siendo un destino en el que todo gira en torno a la naturaleza. Con casi 220 m² de bosque por habitante, Praga es en realidad una de las ciudades más verdes del mundo. Frente a los parques y las orillas del río Moldava, la colina Petřín es el lugar de Praga que más te hace respirar. Serpentear por sus empinados senderos es un verdadero placer en sí mismo. Pero disfrutar de los sublimes panoramas que emergen de su espeso manto boscoso es una experiencia memorable. Prueba de ello es el que tienes a tu derecha. En el horizonte, los picos de la catedral de San Vito y los tejados del barrio de Malá Strana, así como los de la Ciudad Vieja, se hacen compañía. Abajo, algunos huertos de la colina florecen con el paso de las estaciones. Y a la izquierda, un oasis de verdor, del que sobresale la cima de la torre Petřín, cubre generosamente los alrededores. Es como un entorno campestre en medio de la ciudad, lo que hace de este mirador uno de los puntos culminantes de tu visita.