La catedral de San Vito

Símbolo espiritual del Estado checo, la catedral de San Vito te da la bienvenida por todo lo alto. Conocida hasta hoy como el mayor monumento religioso del país, su construcción fue objeto de un enorme e interminable proyecto. Todo empezó en el siglo X, cuando San Wenceslao, patrón de los checos, mandó construir una sencilla rotonda prerrománica. En aquella época, nada grandioso, como puedes imaginar. Praga, recién elevada al rango de arzobispado, vio nacer la idea de construir una catedral. Convencidos de la viabilidad del proyecto, el futuro emperador Carlos IV y la familia real bohemia de Luxemburgo iniciaron las obras. Familiarizado con la corte francesa, a Carlos IV le gustaban especialmente las grandes catedrales del norte de Francia. Por ello, decidió inspirarse en ellas para crear la próxima sede de las futuras coronaciones imperiales. Las obras de la tan esperada catedral comenzaron en 1344. Varios arquitectos se pasaron el testigo durante las obras, que se retrasaron por las guerras y el incendio de 1541. ¿Cuánto tiempo crees que tardó en terminarse la catedral? Pues hasta 1929 no se terminó la tediosa obra. En resumen, se necesitaron 600 años para verla levantarse del suelo. Es más tiempo del que se habría tardado en abandonar. Pero, afortunadamente, no se rindieron. Su arquitectura refleja el estilo gótico de algunas de las grandes iglesias de Francia. Con 124 metros de largo y 33 metros de alto, la iglesia presenta una serie de características únicas. Entre ellos, su torre sur, famosa por su campana de 18 toneladas, y su puerta dorada, con un mosaico del Juicio Final. En su interior encontrarás muchos otros hallazgos maravillosos. Aunque la entrada a toda la catedral no es gratuita, puedes admirar los magníficos vitrales. Éstas datan del siglo XX y fueron creadas por el artista Alfons Mucha, conocido como el genio del art nouveau. Basta decir que no te decepcionarán.