El castillo de Praga

La mera mención de la palabra castillo trae a la mente una morada feudal, defendida por murallas y muy a menudo construida en alto para tener una mejor visión del enemigo. Bueno, eso era antes de llegar a la capital checa. Visita obligada entre todas las visitas obligadas del destino, el Castillo de Praga es sencillamente una atracción única. ¡Realmente lo es! Con una vasta superficie de 7,30 hectáreas, casi 1 km de largo de este a oeste y 400 metros de norte a sur, el Libro Guinness de los Récords lo considera el castillo antiguo más grande del mundo. Hay no menos de 4 iglesias, 10 espacios verdes y jardines, 3 patios, dos torres y un vasto complejo de palacios. Es como una ciudad dentro de otra ciudad, cuyos orígenes se remontan al año 870, cuando Bočivoj, príncipe de Bohemia, estableció una fortaleza en torno a un palacio de madera. Fue el primero de una larga serie de príncipes, reyes, emperadores y, hoy, presidentes, que durante mil años han llevado las riendas de Praga y la República Checa desde esta colina de pizarra. Este relevo político, unido a una creciente función religiosa proporcionada por su condición de obispado a partir del siglo X, contribuyó enormemente al desarrollo y expansión del castillo a través de los tiempos. Por no hablar de los incendios y otros accidentes que desgraciadamente sufrió el recinto. Como resultado, un paseo por el Castillo de Praga puede convertirse rápidamente en una lección de arquitectura, con tantos estilos diferentes expuestos. Donde el Románico se codea con el Barroco, el Gótico Flamígero hace lo propio con el Renacimiento. Al menos así, hay algo para todos los gustos. Símbolo de la evolución de un pueblo y de su país, el Castillo de Praga es orgulloso Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1992. Y sinceramente, ¡es bien merecido!