Punto de vista sobre la Plaza de Wenceslao

Lo que los Campos Elíseos son para París, la Plaza de Wenceslao lo es para Praga. Es decir, una gran y hermosa avenida en el centro de la ciudad, con tiendas y emblemas del patrimonio, para un momento muy especial de nuestra visita: la foto de recuerdo. Y no podía ser de otro modo si observamos el eje de perspectiva que se despliega ante nosotros. A izquierda y derecha, palacios y edificios de gran valor arquitectónico se alinean tras guirnaldas de tilos de valor histórico esencial. Estos árboles representan uno de los muchos cambios realizados en la Plaza de Wenceslao para convertirla en un lugar digno de una gran capital. En el siglo XIV, el lugar era un mercado de caballos, con todo lo que ello implicaba: una multitud de comerciantes, animales y productos agrícolas responsables de algunos ruidos, pero sobre todo de algunos malos olores. No era una imagen muy glamurosa, que se intentó borrar por diversos medios. Se colocaron estatuas, se instalaron farolas de gas, se construyeron teatros, se plantaron plátanos, luego tilos, etcétera. Se intentó casi todo. En 1348 se creó por fin la Plaza de Wenceslao, que lo cambió todo. Gracias a ella, Praga entró en el círculo cerrado de las grandes capitales europeas. Con la cámara en la mano, la interminable distancia de la plaza, con la estatua del rey Wenceslao frente al enorme Museo Nacional de Praga, te ofrece una instantánea imperdible del destino checo. Al salir, te invitamos a entrar en el cercano Palacio Koruna, con sus letras doradas brillando en la fachada. En el interior de esta galería comercial, antiguos baños turcos, hay una cúpula de cristal que data de 1911. La luz es magnífica.