La Torre de la Pólvora

Oscura, austera e intimidatoria, la Torre de la Pólvora es menos llamativa que su vecina, la flamante Casa Municipal. Estéticamente, es cierto que hay un claro contraste entre ellas. Pero en cuanto a valor patrimonial, están a la par. En el siglo XIV, cuando Praga prosperaba en comercio y artesanía, el rey Carlos IV soñaba con grandes cosas para su ciudad. Quería darla a conocer y quería ampliarla. Como ambas cosas eran inseparables, el monarca decidió crear una Ciudad Nueva al este y derribar las fortificaciones de la Ciudad Vieja que ya no eran necesarias. Entre ellas estaba la Puerta de la Montaña, que se encontraba en un estado lamentable y desmerecía la imagen del Palacio de los Reyes de Bohemia, que antaño había estado donde ahora se alza la Casa Municipal. En 1475, el rey Vladislav emprendió la construcción de una nueva puerta de acceso a la Ciudad Vieja en ese lugar. La prioridad era que la puerta fuera elegante, no defensiva. Desgraciadamente, con el traslado del palacio real al Castillo de Praga, no hubo ni motivación ni dinero para terminar el proyecto. El resultado fue una torre inacabada sin valor para las autoridades. En el siglo XVII, la estructura se utilizó como depósito de pólvora. Como consecuencia, el nombre de Torre Nueva fue sustituido por el de Torre de la Pólvora. Dañado en el siglo XVIII, el monumento de 44 metros de altura fue restaurado en 1886. Desde entonces, conserva todo su carácter neogótico, inspirado en la torre del Puente de Carlos del lado de la Ciudad Vieja. Aunque hoy son los coches los que pasan bajo el arco de la torre, en el pasado eran los reyes de Bohemia en su procesión de coronación. Desde aquí se dirigían al Castillo de Praga por el Camino Real.