Estatua de Hyacinthe Rigaud

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Perpignan, El arte de vivir a la catalana francesa
Puede que te hayas preguntado alguna vez: ¿quién es este personaje que le da nombre a esta calle o a esta plaza en la que me encuentro? Pero, ¿Cuántas veces has podido conocer su identidad? Grandes figuras que han marcado la historia de nuestros paises, a diferentes niveles, hay una larga lista. Pero en este lugar específico de Perpiñán, solo nos acordamos de uno: Hyacinthe Rigaud. Exploraremos la inspiradora trayectoria de este joven talento local que llegó a ser uno de los retratistas franceses más renombrados del período clásico. Hyacinthe Rigaud, perpignanés de origen catalán, nació en una familia de artesanos en 1659. Desde joven, cultivó una gran pasión por la pintura, formándose en Carcasona, Montpellier y Lyon. Durante este recorrido, su encuentro con la pintura flamenca despertó en él una profunda admiración e inspiración. Un año después de su llegada a París en 1681, Rigaud ganó el prestigioso Primer premio de la Academia Real de Pintura y Escultura. Mientras las puertas de la pintura histórica en Roma se le abrían, el joven Hyacinthe Rigaud rechazó esa oportunidad y prefirió desarrollar su talento como retratista bajo la guía de Charles Le Brun, fundador de la Academia. Aunque esta disciplina se consideraba menos noble en apariencia, Rigaud logró elevarla a su máxima expresión, superando lo que sus predecesores habían logrado hasta entonces. Con una minuciosidad excepcional, rompió con la idealización excesiva al pintar a sus modelos con fidelidad, capturando cada detalle con gran precisión. Esta innovación no estuvo exenta de controversias, especialmente entre las mujeres, ya que la ausencia de retoques idealizados en sus retratos no siempre reflejaba la coquetería que deseaban mostrar. Sin embargo, el realismo de Rigaud deslumbraba: la representación detallada de telas, sedas, terciopelos y otros materiales preciosos conquistaba al público. En paralelo a un breve regreso a Perpiñán y a su labor como profesor en la Academia Real de Pintura y Escultura entre 1695 y 1702, Rigaud pasó del éxito a la gloria al captar la atención del rey y la Corte. Realizó una notable serie de retratos de la familia real, siendo el más famoso el retrato de cuerpo entero de Luis XIV en traje de coronación. Soberanos y aristócratas, tanto franceses como extranjeros, buscaban ser inmortalizados por el talento del pintor de Perpiñán, quien pronto se vio abrumado por los encargos. A pesar de su éxito entre los círculos más selectos, Rigaud también disfrutaba retratando a amigos artistas o a comerciantes. Consagrado por su triunfo, falleció en 1743, dejando una considerable fortuna y una valiosa colección de obras de arte. La estatua que se encuentra a tu lado es una réplica que reemplaza la original, fundida en 1942 durante la movilización de metales. Este monumento es uno de los pocos homenajes que Perpiñán ha rendido a este artista, cuyas obras definieron durante tres siglos los retratos oficiales de las cortes europeas.

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