Para que disfrutes aún más de tu visita a la capital franco-catalana, aquí tienes una lista de puntos de interés adicionales.
El Palacio de los Reyes de Mallorca, situado en un promontorio en Perpiñán, es un notable ejemplo de la arquitectura románico-gótica construido entre los siglos XIII y XIV bajo la dirección del rey Jaime II de
Mallorca. Este monumento simboliza el corazón del breve Reino de Mallorca, que durante casi un siglo abarcó las Baleares, el señorío de Montpellier y varios condados del Rosellón. A lo largo del tiempo, el palacio fue fortificado por figuras como Luis XI, Carlos V y Vauban. Su arquitectura combina influencias mediterráneas y árabe-hispánicas, rodeado de jardines que invitan a recorrerlo con calma. La visita, que puede extenderse toda una tarde, incluye sus patios, la gran sala de banquetes, las residencias separadas del rey y la reina, y las capillas superpuestas, auténticos ejemplos del arte de la época. No se puede pasar por alto la torre del calabozo, con su impresionante vista de la llanura del Rosellón, los Pirineos y el pico del Canigou.
Más visitas indispensables
Tras la Catedral de San Juan Bautista, el Convento de los Mínimos es otro conocido edificio religioso de la ciudad catalana. Construido hacia 1573 en el lugar de la antigua judería de la ciudad, contiene una iglesia con un hermoso presbiterio y un gran claustro de ladrillo de dos pisos, que ha llegado hasta nuestros días en excelentes condiciones. Convertido en cuartel militar en el siglo XVIII, el Convento de los Mínimos es actualmente un importante lugar de exposiciones en Perpiñán. Esto influye mucho en el momento en que está abierto al público. De camino, te encontrarás con el antiguo palacio episcopal de Perpiñán, un encantador edificio de 1751.
Madre Naturaleza
Si los verdes muelles de la Bassa han despertado en ti un repentino deseo de naturaleza, lo mejor que puedes hacer es dirigirte a la plaza Bir-Hakeim, a pocos metros del cine Castillet. Con sus 3 hectáreas de vegetación, plantadas sobre los antiguos fosos de la muralla, este parque se considera el «pulmón verde» de Perpiñán. En el centro de la ciudad, sus zonas de césped invitan al paseo, sus parques infantiles entretienen a los niños, sus árboles plataneros bicentenarios despiertan el asombro y sus monumentos conmemorativos recuerdan la importancia del deber de memoria a lo largo de las generaciones.
Enfócate en las tradiciones y el saber hacer locales
Qué mejor manera de completar tu visita que con una parada en el taller de cerámica de Sant Vicens. Aunque está un poco alejada, es una de las atracciones más recomendables del destino. La razón: desde hace casi 100 años, la familia Bauby produce una cuidada gama de cerámicas de arcilla roja catalana que, una vez recubiertas de esmalte y decoraciones de colores, ofrecen una amplia gama de originales creaciones. Así que hay mucho de Perpiñán que llevarte a casa.
Un pequeño recorrido por los alrededores
Por último, para los que quieran seguir descubriendo más allá de las fronteras de la ciudad catalana, ¡he aquí una sugerencia de buenas ideas! A menos de 20 minutos en coche, la fortaleza de Salses, construida en el siglo XV por el rey Fernando II de Aragón, es una auténtica obra maestra de la arquitectura militar que bien merece una visita. Su ubicación en el corazón de los Pirineos Orientales, como un guardián de la campiña catalana, es un adecuado recordatorio de los fuertes lazos defensivos que unieron antaño a los reinos francés y español. Un poco más lejos, pero imprescindible al atravesar la costa vermeille, el pequeño pueblo costero de Collioure, donde los reyes de Mallorca fijaron su residencia en el siglo XIII, es de una belleza insuperable. La ciudad medieval de Villefranche-de-Conflent, que además de figurar en la lista de los pueblos más bonitos de Francia, es orgullosamente Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
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