Calle del Mariscal Joffre

Ahora te encuentras en lo que era, en la Edad Media, la vía principal de la ciudad, la Gran Calle, que iba desde el castillo hacia el este. De hecho, no podías ir en ninguna otra dirección. El sur estaba cortado por el río Gave y el norte por el arroyo Hédas, hoy canalizado y enterrado. Después se instalaron sucesivamente nuevas puertas de la ciudad a medida que la calle se ampliaba. En el siglo XVII, fue posible cruzar el arroyo de Hédas y la ciudad se desplazó hacia el norte. En aquella época, el corazón de la calle latía al ritmo de las diversas instituciones allí ubicadas: el castillo, por supuesto, pero también los conventos y, más tarde, el parlamento. La calle estaba entonces bordeada de mansiones privadas, que se construyeron para albergar a notables. Durante la Revolución Francesa, los conventos y el parlamento desaparecieron y se creó la prefectura. En el siglo XIX, como consecuencia del desarrollo económico sin precedentes de la ciudad, la calle se convirtió en una importante arteria comercial, y los bellos edificios que la bordeaban pasaron a albergar tiendas en sus plantas bajas. Como puedes imaginar, a lo largo de todas estas épocas, la calle no siempre se llamó igual. De Gran Calle a Calle Real, adoptó muchos otros nombres, como Calle del Comercio, Calle Nacional, Calle de la Constitución, Calle de la Ley, y finalmente, Calle de la Prefectura en 1791. Sólo después de la Primera Guerra Mundial pasó a llamarse Calle del Mariscal Joffre, en honor del Mariscal de Francia. Importantes obras realizadas en 2011 y 2012 han devuelto a la calle su antiguo carácter peatonal. Te dejo que continúes y tomes la calle Jeanne d’Albret a tu izquierda. Para tu información, esta figura histórica a la que aquí rendimos homenaje no es otra que la madre del rey Enrique IV.