Iglesia de la Madeleine

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Este inmenso templo griego, instalado sobre la plaza, es en realidad la iglesia de la Madeleine! Por supuesto, la arquitectura neoclásica no es el estilo más común para una iglesia católica. Esto se debe a que su construcción, que duró más de 80 años, pasó por varios regímenes políticos, todos los cuales vieron en ella una finalidad diferente. La primera piedra fue colocada por Luis XV en 1763 para completar el proyecto de una iglesia en forma de cruz latina rematada por una cúpula. Cuando estalló la Revolución, el panorama no era muy propicio para la construcción religiosa. Entonces, las obras se paralizaron y se pusieron en marcha varios proyectos para completar el edificio. Los nuevos planes incluían la construcción de la Biblioteca Nacional y la Ópera. Finalmente, en 1806, se votó destinar el edificio al Banco de Francia, el Tribunal de Comercio y la Bolsa de París. Pero entonces llegó Napoleón. Encumbrado por su victoria en Austerlitz, tenía una visión más ambiciosa. Quería construir un templo monumental para honrar a su heroico ejército. Imaginó un panteón de héroes con los nombres de sus soldados grabados en mármol, los caídos inscritos en placas de oro macizo y los nombres de los regimientos en placas de plata. Decía que quería ser recordado como el hombre que «creó héroes y recompensó el heroísmo». Pensaba a lo grande, ¡eso está claro! Para hacer realidad esta visión, se convocó un concurso de arquitectura al que se presentaron 80 talentosos artistas. A pesar de las objeciones de la Academia de Bellas Artes, el emperador eligió el diseño de Pierre-Alexandre Vignon, inspirado tanto en el Templo de Zeus en Atenas como en edificios neoclásicos como el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Ahora seguramente te estarás preguntando: ¿qué pasó con el gran templo de Napoleón? ¿Cómo terminó siendo una iglesia? Bueno, resumiendo, la fatídica campaña rusa de 1812 cambió el curso de los acontecimientos. Tras su derrota, Napoleón perdió el interés (y los recursos) para continuar con su ambicioso proyecto. Y cuando Luis XVIII ascendió al trono tras la caída de Napoleón, ¡su primera idea fue convertir el edificio en una estación de tren! Finalmente, en 1842, los católicos reclamaron el lugar y terminaron la iglesia, 78 años después de que se pusiera la primera piedra. Así que no hay ni cruz ni campanario, pero sí 52 columnas corintias que rodean este edificio que estuvo a punto de ser tantas cosas diferentes.Te aconsejo que entres, pues el interior es muy distinto del de una iglesia tradicional, ¡con muy poca decoración! Además, puedes disfrutar de la vista desde la escalinata de la iglesia, con sus grandiosas vistas sobre la Calle Real, la Plaza de la Concordia y el Palacio Borbón.
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