La Catedral de Palermo

Allá donde viajemos, en casi cualquier ciudad es posible encontrarse con una catedral, pero la de Palermo tiene algo especial que la hace única. Situada junto a la Via Matteo Bonello, se distingue por su imponente silueta de fortaleza y por su inconfundible estilo árabe-normando.

El edificio actual comenzó a construirse en 1185 por iniciativa de Gualtiero Offamilio, arzobispo anglonormando y consejero del rey Guillermo II. Se levantó en el lugar de una antigua basílica bizantina, que en el siglo IX había sido transformada en mezquita durante la dominación sarracena. Dedicada a la Asunción de la Virgen María, la catedral ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de más de ocho siglos, desde añadidos góticos hasta reformas barrocas y neoclásicas.

Esa mezcla de estilos, en la que todavía brillan elementos árabe-normandos, le ha valido en 2015 la inscripción en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como parte del itinerario árabe-normando de Palermo, Cefalú y Monreale. Más allá de su función religiosa, la catedral es también un importante panteón real. Aquí reposan el rey Roger II, fundador del Reino de Sicilia, el emperador Federico II, una de las figuras más influyentes de la historia europea, y Santa Rosalía, patrona de Palermo, venerada por todos los palermitanos.

La cripta, con sus sarcófagos antiguos y medievales, añade otra dimensión fascinante a la visita. Y para quienes buscan una experiencia inolvidable, la subida a las cubiertas ofrece una panorámica espectacular de la ciudad, sus cúpulas, el mar y las montañas que rodean Palermo.