Barrio de Chelsea

Aquí es donde encontrarás la mayor concentración de galerías de arte de Nueva York. Con sus casas de ladrillo rojo, este pequeño distrito residencial es la verdadera cuna del arte. El Hotel Chelsea, por ejemplo, ha acogido a muchos artistas que buscaban inspiración en la Gran Manzana. De hecho, ¿sabes por qué se le apoda la Gran Manzana? En efecto, en la década de 1900, cuando las carreras de caballos estaban muy de moda en muchas ciudades, en Nueva York era costumbre repartir manzanas para los ganadores de la carrera. De hecho, era el mayor premio en juego. Así que, al cabo de un tiempo, la gente empezó a llamarla así, hasta que un importante periodista especializado en carreras de caballos lo utilizó en uno de sus artículos en 1921, ¡democratizando el apodo que ahora se ha convertido en el segundo nombre de la megalópolis! Hasta aquí la breve explicación, ahora volvamos a nuestro barrio. Chelsea es uno de los barrios más antiguos de Nueva York, y debe su nombre a Clement Clarke Moore, un profesor neoyorquino cuya casa natal, llamada Chelsea, estaba en la zona y era muy admirada por los demás residentes por su imponente tamaño. Esta ocupaba toda una manzana con su impresionante estructura y sus grandes jardines. Esta zona residencial contrasta fuertemente con los altos edificios de Manhattan, y con razón. En el siglo XIX, Chelsea era de hecho un distrito industrial, con almacenes y un puerto donde la población, mayoritariamente irlandesa en aquella época, descargaba los barcos de carga que hacían escala en los muelles. La zona se desarrolló después, atrayendo a artistas que transformaron los almacenes en viviendas y galerías de arte, convirtiendo el distrito en un auténtico centro artístico. Hoy en día, hay unas 200 galerías de arte en Chelsea, un distrito que, junto con Greenwich Village, es reconocido como defensor de los derechos y la aceptación de la comunidad LGBT+. También alberga numerosos restaurantes y un mercado cubierto de renombre en todo el distrito. Así que aprovecha al máximo este pequeño momento de calma, lejos del bullicio y los altísimos rascacielos que caracterizan al resto de Manhattan.