Colina del castillo

Fue en esta colina que domina el mar donde se asentaron los griegos focenses, que habitaron por primera vez la antigua Niza, conocida entonces como Nikaïa, que en griego antiguo significa “la que trae la victoria”. En aquella época Niza ya era muy codiciada por sus vecinos y no descansaría hasta haber combatido a los ligures, un antiguo pueblo asentado en una zona que hoy corresponde al noroeste de Italia, así como a una parte del Languedoc y el sur de Francia. Cuando los griegos fueron cercados, pidieron ayuda a los romanos y así fue como Niza se convirtió en romana. Después de la caída del Imperio Romano, la posición de Niza como ciudad fronteriza la llevó a protegerse y fue dentro de una ciudadela donde se desarrolló su actividad en la época medieval. Sin embargo no queda gran cosa de esta fortaleza construida en el siglo XI. Durante el asedio de Niza en 1705 por Luis XIV en el marco de la Guerra de Sucesión española, la ciudad se rindió pero la fortaleza siguió en pie. Una vez asegurada la victoria, Luis XIV furioso ante su gran resistencia, decidió destruirla completamente. Y ahí no quedó nada. Fue una gigantesca misión que duró varios meses y borró 7 siglos de la historia de Niza. Imagina que toda la colina que ves a tu alrededor estaba dentro de la fortaleza. La muralla que la rodeaba tenía 8 metros de altura en algunos puntos y se extendía a lo largo de 2 kilómetros. En el interior, una segunda muralla, flanqueada por varias torres, protegía el castillo. Hoy en día, la colina es principalmente una atracción turística. A lo largo del camino, encontrarás varios paneles explicativos sobre su historia. Se han colocado mosaicos para resaltar el pasado romano de Niza, y además, las ruinas de la antigua catedral Sainte-Marie evocan que la colina fue antaño el principal lugar de residencia de los nicenses. No olvides visitar el cementerio del castillo, considerado uno de los más bellos de Francia. Además de sus espléndidas vistas y la delicadeza de sus monumentos arquitectónicos funerarios, podrás detenerte a rendir homenaje a algunos de los grandes personajes históricos, como Léon Gambetta, que, a pesar de no ser de Niza, tuvo el honor de ser enterrado aquí.