Halle Castellane

La vida de barrio en Montpellier rima con la del mercado. Y la enorme estructura rectangular que tienes ante ti no dice lo contrario. Si retrocedemos en el tiempo, veremos que este lugar ha sido siempre un punto de comercio.

Ya en la Edad Media, aquí coexistían varios mercados: de granos, frutas y verduras, pescadería, carnicería… había donde elegir. Pero en 1840, el alcalde Jules Pagézy, decidido a modernizar el centro histórico, revoluciona esta organización tradicional. Aprovecha la ampliación de la calle Saint-Guilhem y la apertura de la calle Imperial —la actual calle Foch— para construir un mercado cubierto.

El proyecto se confía al arquitecto Jean Cassan, que se inspira en la obra de Victor Baltard, famoso por los mercados de París. La primera piedra se coloca el 16 de abril de 1858, en presencia del mariscal Castellane, que dará nombre al mercado. Menos de un año después, el 20 de febrero de 1859, se inaugura oficialmente. Montpellier cuenta entonces con un nuevo edificio comercial, construido en hierro fundido, hierro y zinc.

Reformado tres veces —la última en 2019—, el mercado de Castellane sigue cumpliendo su función original: ser un auténtico mercado de productos frescos. En la planta baja, una veintena de comerciantes reciben cada día a clientes fieles y paseantes curiosos. En el piso superior, varios locales comerciales completan la oferta.

Declarado monumento histórico en 1999, el mercado de Castellane sigue siendo un lugar cargado de historia y de vida cotidiana, muy querido por los habitantes de Montpellier.