Capilla Sainte-Foy

Seguro que tus ojos se posaron primero en este viejo puente con vistas a la calle… Pero no te pierdas el edificio al que está conectado: la capilla Sainte-Foy, también conocida como la capilla de los Penitentes Blancos.

Mencionada ya en 1228, es uno de los lugares de culto más antiguos aún en uso en Montpellier. Se alzaba junto al Camin Roumieu, el camino de peregrinación hacia Santiago, cerca de una de las entradas principales de la ciudad. Pero en 1561, con el estallido de las guerras de religión, la capilla fue dañada dos veces. En 1568, solo quedaban en pie los cimientos y este pequeño arco que ves aquí. Sin reconstrucción prevista, el lugar se usó como cementerio al aire libre durante más de 50 años.

Tras el asedio de Montpellier, la Cofradía de los Penitentes Blancos decidió recuperar el lugar. En 1623, comenzaron las obras para devolverle su esplendor. Por fuera, el edificio parece austero. Pero por dentro… ¡es una joya! Paneles de madera dorada, cuadros, esculturas del siglo XVII y XVIII, y un techo barroco con casetones pintados entre 1671 y 1691.

Tanto arte que se ha ganado el apodo de “la Capilla Sixtina del Languedoc”. Monumento histórico desde 1995, sigue perteneciendo a la Cofradía de los Penitentes Blancos. La entrada es gratuita, aunque los horarios varían según la temporada.