La Scala

Aquí la expresión “No juzgues un libro por su portada” cobra sentido. Sí, puede que te decepcione al principio. Te han dicho que verías el teatro a la italiana más importante del mundo y la fachada de la Scala no parece estar a la altura de tus expectativas.

Y, sin embargo, este es el teatro más célebre del planeta, del que surgieron todos los demás. Fue construido por encargo de María Teresa de Austria, tras el incendio durante la noche de Carnaval que destruyó la antigua sala de espectáculos de Milán. Para levantarlo, se demolió la iglesia de Santa Maria alla Scala, de la que solo se conservó el nombre.

En apenas dos años quedó terminado y fue inaugurado por el archiduque Fernando de Austria el 3 de agosto de 1778. En aquella época, el juego estaba prohibido en todas partes salvo en la ópera. Aunque hoy parezca increíble, la Scala de Milán funcionó también como casino durante muchos años. De exterior sobrio y discreto, su sala de ópera ha acogido a los más grandes y ha sido testigo de toda la evolución del género en Italia.

Aquí se estrenaron varias de las óperas más importantes del repertorio nacional, y Verdi presentó en primicia algunas de sus obras más célebres. También fue un escenario clave para la danza, por el que pasaron las estrellas más brillantes, al igual que grandes sopranos y directores de orquesta. Nombres ilustres como Arturo Toscanini trabajaron aquí, hasta que en 1929 se vio obligado a abandonar Italia por su oposición al fascismo.

Bombardeada en 1943, la Scala ha sido restaurada en varias ocasiones desde entonces. Hoy, el teatro lírico más famoso del mundo está listo para revelarte todos sus secretos. Su museo guarda auténticos tesoros, y su colección permanente se enriquece con interesantes exposiciones temporales. La entrada al museo es de pago e incluye la posibilidad de ver el teatro desde los palcos, siempre que no haya función. Y, si tienes tiempo, lo mejor sigue siendo asistir a un espectáculo.