Mezquita Ben Youssef

Debe su nombre a uno de los mayores sultanes de Marruecos, llamado Ali Ben Youssef, perteneciente a la dinastía almorávide. Entre 1106 y 1143, gobernó Marruecos durante 37 años. Se le considera uno de los sultanes más importantes del país, ya que en 1108 logró derrotar a Alfonso VI, rey de Castilla y León, quien se había decidido a reconquistar la España musulmana. Fue gracias a Ali Ben Youssef, que envió tropas para defender a los musulmanes,  que la batalla fue ganada por los almorávides, quienes ejecutaron al hijo de Alfonso VI, el cual nunca se recuperó de lo sucedido y murió un año después, sin poder culminar su reconquista. Una victoria que dejó huella en la historia y forjó la reputación de este sultán que, dos años más tarde, conquistó la taifa de Zaragoza en el norte de España, y luego fortificó la ciudad de Marrakech para garantizar su protección. Este personaje histórico, que dio su nombre a esta mezquita, aunque no fue él quien la mandó construir. Fue construida un poco antes, en la década de 1070 para ser exactos, por el emir Youssef ben Tachfine, primer sultán de la dinastía almorávide y fundador de la ciudad de Marrakech. Su hijo, Ali Ben Youssef, la amplió durante su reinado, convirtiéndola en la mezquita más grande del imperio almorávide. A su alrededor se creó la Medina, que se convertiría en el centro de la ciudad. Por desgracia, ésta no es la mezquita original: fue destruida y reconstruida varias veces por las diferentes dinastías reinantes, hasta que en el siglo XVIII se vino abajo y fue demolida. Fue el sultán alauita Solimán quien reconstruyó una mezquita en este lugar a principios del siglo XIX, con una arquitectura completamente diferente de la empleada originalmente por los almorávides. Todo lo que conserva de esa época es su nombre Ben Youssef. A pesar de ello, sigue siendo una de las mezquitas más importantes de Marrakech, coronada por un minarete de más de 40 metros de altura. Sólo se permite la entrada a los creyentes musulmanes.