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Frente a la costa de Bonifacio, en el extremo sur de Córcega, se encuentra una auténtica joya del Mediterráneo: el archipiélago de las islas Lavezzi. Este grupo de islotes de granito, clasificados como reserva natural hace más de 40 años, ofrece a los visitantes un espectáculo natural impresionante. Aguas turquesas, rocas esculpidas por los elementos y playas de arena fina conforman un entorno paradisíaco al que sólo se puede acceder en barco. Embárquese en una inolvidable excursión marítima para descubrir este santuario de la biodiversidad mediterránea, donde la trágica historia de la fragata La Sémillante se mezcla con la belleza salvaje del paisaje corso.
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Lea también la guía de Ajaccio :
El archipiélago de las islas Lavezzi es uno de los tesoros naturales mejor conservados del Mediterráneo. Situado a sólo diez kilómetros al sureste de Bonifacio, este grupo de 23 islas e islotes de granito constituye el punto más meridional de la Francia continental. Desde 1982, esta zona excepcional goza del estatus de reserva natural dentro de las Bouches de Bonifacio, lo que garantiza la protección de un ecosistema único.
Cada una de las islas principales del archipiélago tiene su propio carácter. La isla de Lavezzu, la mayor y la única abierta al público, se extiende sobre 65 hectáreas de naturaleza virgen. A tiro de piedra, la isla de Cavallo, apodada “la isla de los multimillonarios”, alberga suntuosas villas privadas visibles desde el mar. Los islotes de Ratino, Piana y Sperduto completan este grandioso cuadro, donde el granito esculpido por el viento y las olas crea formas asombrosas.
La geología única de estas islas fascina a los visitantes: enormes bloques de granito rosa redondeados por la erosión crean un paisaje lunar que contrasta con el azul intenso del Mediterráneo. Esta roca, de más de 300 millones de años, cuenta la turbulenta historia geológica de Córcega y Cerdeña, que un día estuvieron unidas antes de separarse.

El acceso a las islas Lavezzi se realiza exclusivamente por mar, lo que preserva el carácter salvaje del archipiélago. Dos ciudades corsas ofrecen salidas regulares: Bonifacio y Porto-Vecchio, cada una con diferentes opciones de excursiones.
La Société des Promenades en Mer de Bonifacio (SPMB) conecta desde hace más de 40 años el puerto de Bonifacio con la isla de Lavezzu. La travesía dura entre 20 y 30 minutos y permite admirar los impresionantes acantilados calcáreos de la ciudadela, que se elevan más de 70 metros sobre el mar. Durante la temporada alta de verano (julio-agosto), las salidas se efectúan cada media hora entre las 9.30 y las 15.30 horas, con regresos regulares a partir de las 12.30 horas.
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Si tiene previsto visitar Ajaccio durante su estancia en Córcega, la aplicación Navaway le ofrece un completo itinerario audioguiado para explorar la ciudad imperial por su cuenta. Descubra los 18 principales lugares de interés de la capital corsa, desde la Casa Bonaparte hasta la Ciudadela, pasando por el Puerto Tino Rossi y la Catedral de Santa María Asunta, gracias a cautivadores comentarios históricos y auténticas anécdotas sobre la cuna de Napoleón.
Las tarifas de los transbordadores varían según la edad: los adultos deben pagar entre 35 y 37 euros, los estudiantes 32,50 euros, los jóvenes de 13 a 17 años 27,50 euros y los niños de 4 a 12 años 17,50 euros. Los menores de 4 años suelen viajar gratis. Importante: los billetes no se pueden reservar con antelación; tendrá que comprarlos directamente en la taquilla del puerto. Llegue pronto en temporada alta para garantizar su plaza, ya que la capacidad del barco es limitada.
Varias navieras ofrecen cruceros completos que incluyen las islas Lavezzi como parte de un itinerario más amplio. Estas excursiones de un día completo también permiten admirar desde el mar los acantilados y cuevas de Bonifacio, el cabo Pertusato, el golfo de Sperone y, a veces, la isla de Cavallo. El precio medio ronda los 120 euros por persona, y suele incluir desayuno y almuerzo.
Estas excursiones ofrecen numerosas ventajas: paradas para bañarse en calas paradisíacas, comentarios guiados sobre la historia y la geología de la región, y la posibilidad de practicar snorkel en las aguas cristalinas. Los barcos más pequeños permiten acercarse a espectaculares formaciones rocosas y cuevas marinas, como la famosa cueva corsa.
Si se aloja en Porto-Vecchio, varias compañías como Chiocca Croisières y Porto-Vecchio Croisières organizan excursiones a las islas Lavezzi. La travesía dura una hora y media, pero el recorrido incluye las magníficas playas de Palombaggia y Santa Giulia. El viaje de ida y vuelta suele costar unos 75 euros, con una comida incluida en el paquete de día completo.
Las condiciones meteorológicas en el Mediterráneo pueden ser caprichosas, incluso en pleno verano. Los horarios y las salidas pueden alterarse o incluso cancelarse en caso de fuerte oleaje o vientos huracanados, habituales en esta zona, considerada peligrosa para la navegación. Permita cierta flexibilidad en su planificación y compruebe las condiciones meteorológicas la víspera de su excursión.
Para quienes deseen más libertad, alquilar un barco privado o una semirrígida con patrón es una excelente alternativa. Esta opción permite elegir los horarios, los lugares de baño y la duración de la estancia en la isla. Varias empresas de Bonifacio ofrecen este servicio, con precios a partir de unos 400 euros por media jornada.

Navegar entre Bonifacio y las islas Lavezzi ya es una experiencia memorable. Nada más salir del puerto, los imponentes acantilados de piedra caliza blanca de la ciudadela ofrecen un espectáculo grandioso. Estas murallas naturales, coronadas por fortificaciones genovesas, se hunden verticalmente en el profundo mar azul, creando un contraste sorprendente.
A continuación, el barco sigue la costa sur de Córcega, revelando un paisaje impresionante. El cabo Pertusato marca el punto más meridional de la isla, mientras que el magnífico golfo de Sperone extiende sus aguas turquesas bordeadas de playas de arena blanca. A lo largo del trayecto, patrones experimentados comparten sus conocimientos sobre estas aguas, que tienen fama de ser de las más peligrosas del Mediterráneo. Los innumerables arrecifes aflorantes y las poderosas corrientes marinas han provocado numerosos naufragios a lo largo de los siglos.
A medida que se acerca al archipiélago, el paisaje cambia radicalmente. Las características formaciones graníticas de los Lavezzi emergen gradualmente del mar, con sus formas redondeadas esculpidas por milenios de erosión. El agua adquiere tonalidades aún más espectaculares, oscilando entre el turquesa brillante y el verde esmeralda en las zonas poco profundas. Esta paleta de colores se debe a la excepcional claridad del agua y a los fondos arenosos poco profundos que reflejan la luz del sol.
Durante la travesía guiada de regreso, los guías le contarán anécdotas fascinantes sobre la reserva natural de las Bouches de Bonifacio y su ecosistema único. Aprenderá más sobre la excepcional fauna marina, los esfuerzos de conservación y las características geológicas que hacen de este archipiélago un paraje natural excepcional reconocido a escala europea.

Al desembarcar en la isla de Lavezzu, se abre un auténtico paraíso natural. Esta isla principal del archipiélago, la única accesible al público, ofrece multitud de actividades para todos los gustos, desde holgazanear en playas idílicas hasta descubrir su conmovedor patrimonio histórico.
Un sendero señalizado recorre toda la isla en una hora de paseo. Este paseo fácil, accesible a todos los niveles, revela la diversidad de los paisajes de Lavezzu. El sendero serpentea entre imponentes rocas de granito, ofreciendo regularmente vistas espectaculares del mar y de los islotes circundantes.
Por el camino, descubrirá formaciones rocosas de formas asombrosas, algunas de las cuales recuerdan a animales o rostros. Los geólogos en ciernes disfrutarán observando de cerca la erosión diferencial del granito que crea estas fascinantes esculturas naturales. No olvide su cámara: hay innumerables oportunidades excepcionales para hacer fotos, sobre todo cuando el sol hace brillar los cristales de mica de la roca.
Tenga en cuenta que está estrictamente prohibido salirse de los senderos señalizados. Esta norma, esencial para la preservación del frágil ecosistema, está vigilada por los guardas de la reserva natural. La vegetación mediterránea que cubre la isla incluye especies raras y protegidas, algunas de las cuales son endémicas del archipiélago.
La isla de Lavezzu alberga varias playas extraordinarias, cada una con su propio carácter. La playa de Achiarina (o Cala Achiarina) es una de las más espectaculares, con su inmaculada arena blanca y sus translúcidas aguas turquesas. Esta pequeña cala protegida es un lugar ideal para un baño familiar, con su fondo marino de arena poco profunda que se extiende por decenas de metros.
Cala Lazarina es más íntima, con un ambiente tranquilo y grandes rocas de granito que enmarcan una franja de arena dorada. El agua aquí es excepcionalmente clara, lo que permite observar el fondo marino incluso sin máscara. También es un lugar excelente para practicar snorkel, con una gran riqueza de vida marina que evoluciona entre las rocas sumergidas.
La cala de La Chiesa, más apartada y de difícil acceso, recompensa a los senderistas aventureros con un ambiente aún más salvaje y virgen. Su nombre hace referencia a la capilla cercana dedicada a las víctimas del naufragio de La Sémillante.
Asegúrese de llevar su propio equipo de playa: sombrilla o carpa de rayos UVA, agua en abundancia y un picnic, ya que en la isla no hay tiendas ni infraestructuras. La reserva natural prohíbe cualquier construcción. La crema solar es esencial, ya que hay muy poca sombra en estos islotes desérticos. Elija una crema solar biodegradable para proteger el frágil ecosistema marino.
Las aguas cristalinas que rodean la isla de Lavezzu ofrecen unas condiciones excepcionales para practicar snorkel. La Office de l’Environnement de la Corse (OEC) ha creado un sendero submarino didáctico que es una de las atracciones estrella del archipiélago.
Esta actividad gratuita, supervisada por guías durante la temporada alta, dura alrededor de una hora y se proporciona el equipo (máscara, tubo y tablero informativo flotante). La excursión permite descubrir la riqueza de la fauna y flora submarinas del Mediterráneo: peces de colores como el pez pavo real, el castagnole y el sars, así como estrellas de mar, erizos, anémonas y, con un poco de suerte, pulpos escondidos entre las rocas.
Las praderas de posidonia, pulmones del Mediterráneo, cubren ciertas zonas de los fondos marinos. Esta planta marina endémica, clasificada como especie protegida, desempeña un papel crucial en la oxigenación del agua y es un hábitat esencial para muchas especies. Los guías explican la importancia de este ecosistema y las amenazas a las que se enfrenta.
Para los submarinistas más experimentados, hay puntos de buceo accesibles desde los clubes de Bonifacio, donde se pueden explorar espectaculares descensos y pecios, incluidos algunos restos del naufragio de La Sémillante que yacen a 40 metros de profundidad.
Más allá de su belleza natural, la isla de Lavezzu guarda el recuerdo de una de las mayores tragedias marítimas de la historia de Francia. El 15 de febrero de 1855, la fragata La Sémillante, que transportaba 773 hombres a la guerra de Crimea, se rompió en los arrecifes durante una tormenta de una violencia excepcional. No hubo supervivientes.
En la isla se han instalado dos cementerios marinos para albergar los restos de las víctimas encontradas en los días posteriores al naufragio. Una pirámide de granito, erigida en homenaje a estos marineros y soldados, se alza solemne frente al mar. Un altar conmemorativo completa este conmovedor lugar de recuerdo, decorado regularmente con flores por los conmovidos visitantes.
La visita a estos lugares cargados de historia recuerda lo peligrosas que pueden ser estas aguas y el valor de los hombres que se han enfrentado a ellas a lo largo de los siglos. Paneles explicativos narran la historia del naufragio y rinden homenaje a las víctimas de esta catástrofe que marcó profundamente a Córcega y a toda Francia.
Restos arqueológicos más antiguos atestiguan también una presencia humana milenaria en el archipiélago: vestigios de un puerto romano, ruinas de una capilla del siglo VII y restos de apriscos dan fe de una ocupación discontinua a lo largo de los tiempos.

La reserva natural de las Bouches de Bonifacio, de la que las islas Lavezzi son la joya de la corona, alberga una biodiversidad marina y terrestre excepcional. Este estricto estatus de protección, en vigor desde 1982, ha permitido preservar un ecosistema único en el Mediterráneo.
La flora terrestre del archipiélago se ha adaptado a las condiciones extremas: fuertes vientos, sequía estival, niebla salina y suelos rocosos pobres. Reina el matorral mediterráneo, con su cortejo de arbustos resistentes como el lentisco, el mirto, la jara y el madroño. En primavera, la isla se engalana de vivos colores gracias a la floración de la siempreviva, el romero silvestre y numerosas orquídeas endémicas.
Algunas especies vegetales raras no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, lo que convierte a los Lavezzi en un lugar de gran interés botánico. Los botánicos han identificado varias subespecies endémicas, adaptadas de forma única a estas condiciones de vida extremas.
Una de las principales bazas de la reserva es su avifauna. En los islotes anidan grandes colonias de aves marinas: gaviotas patiamarillas, gaviotas reidoras, gaviotas de Audouin (especie amenazada), cormoranes moñudos e incluso algunas parejas de halcones peregrinos. En primavera y otoño pasan numerosas aves migratorias, que hacen escala en el archipiélago en sus travesías por el Mediterráneo.
Bajo la superficie, la vida marina abunda en las aguas cristalinas. Además de los clásicos peces de roca (sargos, peces lobo, sargos), se pueden avistar meros pardos, corvinas y, si se tiene suerte, rayas y tortugas bobas, visitantes habituales de las praderas de posidonia. Gorgonias rojas y amarillas bordean algunos de los salientes, creando mágicos paisajes submarinos que son los favoritos de los submarinistas.
Los mamíferos marinos no son raros en estas aguas. Los delfines, sobre todo los mulares y los azules y blancos, son habituales en las Bouches de Bonifacio. No pierda de vista a estos curiosos cetáceos durante su paseo en barco, ya que a veces se acercan a las embarcaciones, para regocijo de los pasajeros.

Visitar las islas Lavezzi implica respetar estrictamente una serie de normas destinadas a preservar este patrimonio natural excepcional. La reserva natural de las Bouches de Bonifacio impone una serie de normas esenciales que todos los visitantes deben respetar escrupulosamente o se exponen a multas de hasta varios cientos de euros.
Está terminantemente prohibido salirse de los senderos señalizados, coger plantas, molestar a la fauna (aves, lagartos), subirse a determinadas rocas frágiles señalizadas, pescar, bucear con aletas fuera de las zonas autorizadas y, por supuesto, dejar basura. No se admiten animales de compañía en la isla para proteger a las especies nidificantes.
La acampada salvaje y las hogueras están obviamente prohibidas. Las embarcaciones privadas deben respetar las zonas de amarre organizadas y los límites de velocidad. Un sistema especial de fondeo protege las praderas de posidonia de los daños causados por las anclas tradicionales.
Para aprovechar al máximo la visita respetando el medio ambiente, elija una visita por la mañana en verano para evitar las aglomeraciones y el intenso calor de la tarde. Lleve calzado adecuado para caminar, ya que el sendero rocoso puede ser resbaladizo. Es imprescindible llevar gorra, crema solar biodegradable y abundante agua.
No olvide su propio equipo de snorkel: aunque se proporciona equipo para el sendero submarino, disponer de su propia máscara y tubo le permitirá explorar las calas a su ritmo. Una bolsa impermeable es muy útil para proteger el teléfono, la cámara y los documentos mientras nadas.
Elegir bien la época del año para visitar las islas Lavezzi influye mucho en la calidad de la experiencia. Aunque la belleza del archipiélago se mantiene constante durante todo el año, ciertas estaciones ofrecen ventajas innegables.
La temporada alta de verano, de julio a agosto, ofrece las mejores condiciones meteorológicas, con máximo sol y un mar generalmente tranquilo y cálido (temperaturas del agua de hasta 26°C). Sin embargo, también es el periodo de mayor afluencia. Los autobuses de enlace suelen estar al completo y la isla acoge a varios cientos de visitantes al mismo tiempo, lo que puede restar sensación de naturaleza salvaje.
La primavera (mayo-junio) y el principio del otoño (septiembre-principios de octubre) son las épocas ideales para visitar Lavezzi. El tiempo suele ser excelente, el mar sigue agradablemente cálido y, sobre todo, hay muchos menos visitantes. En junio y septiembre se puede disfrutar de playas casi desiertas y de un ambiente mucho más auténtico. Los precios del alojamiento en Bonifacio también son más atractivos en temporada baja.
La primavera tiene la ventaja añadida de la espectacular floración de la maquia corsa. La isla se cubre de flores de colores y el aire se llena de aromas de romero, mirto y siempreviva. También es la mejor época del año para la observación de aves, con la llegada de las aves migratorias y la nidificación de las especies locales.
Fuera de temporada (de octubre a abril), las condiciones meteorológicas se vuelven más imprevisibles. Los enlaces marítimos se reducen o incluso se interrumpen durante el invierno. Sin embargo, en los buenos días de otoño o finales de invierno, una visita a los Lavezzi ofrece una experiencia única de soledad y autenticidad, casi mística. Asegúrese de consultar las previsiones meteorológicas marítimas antes de planificar una salida en temporada baja.
Bonifacio es el punto de partida ideal para explorar las islas Lavezzi. Esta ciudad milenaria encaramada a sus imponentes acantilados ofrece una amplia gama de alojamientos para todos los bolsillos, desde campings a hoteles de lujo y encantadores bed and breakfasts.
El centro histórico de la ciudadela está repleto de auténticas casas de huéspedes instaladas en antiguas mansiones genovesas. Alojarse en el casco antiguo permite disfrutar del ambiente único de Bonifacio por la noche, cuando los turistas se han ido a casa y las calles medievales vuelven a estar tranquilas. En esta zona se concentran numerosos restaurantes de excelente cocina corsa.
Los barrios cercanos al puerto ofrecen la ventaja de la proximidad a los embarcaderos de la lanzadera Lavezzi. Numerosos hoteles modernos con vistas al puerto deportivo permiten embarcar por la mañana sin perder tiempo. Porto-Vecchio, la segunda opción para llegar a los Lavezzi, es también muy atractiva por su dinamismo y sus excepcionales playas como Palombaggia y Santa Giulia.
Si desea explorar el sur de Córcega durante su estancia, no deje de visitar Ajaccio. La capital corsa, a unas dos horas en coche de Bonifacio, ofrece un ambiente totalmente diferente, con su patrimonio napoleónico, su colorido mercado y sus playas urbanas. La aplicación Navaway le guiará por las callejuelas de la ciudad imperial para descubrir en profundidad sus tesoros ocultos.
Para una estancia más económica, hay varios campings de calidad repartidos por Bonifacio, algunos incluso con vistas panorámicas de los acantilados y el mar. Se recomienda reservar con antelación en temporada alta, ya que los alojamientos se agotan rápidamente entre julio y agosto.
La región de Bonifacio alberga otras maravillas naturales que bien merecen una visita durante su estancia en el extremo sur de Córcega.
El golfo de Sperone, visible en la travesía hacia Lavezzi, alberga una de las playas más bellas de Córcega. Petit Sperone, con su laguna turquesa y su famoso restaurante sobre pilotes, es un marco idílico para un día de ocio. El acceso por carretera, aunque difícil, recompensa a los visitantes con impresionantes paisajes costeros.
La playa de Rondinara, a unos treinta kilómetros al norte, figura regularmente en los rankings de las playas más bonitas de Europa. Su forma de concha perfectamente diseñada y sus aguas cristalinas la convierten en un lugar de baño excepcional, especialmente adecuado para familias con niños pequeños gracias a sus aguas poco profundas.
Merece la pena explorar los acantilados de Bonifacio desde tierra firme. Varios senderos costeros, incluido el famoso camino de la costa, ofrecen impresionantes vistas de la ciudadela, el Mediterráneo y, en un día despejado, la costa sarda a sólo 12 kilómetros de distancia. El faro de Pertusato, al que se llega tras una hora de caminata, es un destino popular entre los senderistas.
La Escalera del Rey de Aragón, excavada en el acantilado según la leyenda en una sola noche por las tropas aragonesas durante el asedio de 1420, impresiona por su verticalidad. Sus 187 peldaños unen la parte alta de la ciudad con el nivel del mar, al tiempo que ofrecen unas vistas espectaculares de los acantilados de piedra caliza.
Las grutas marinas de Bonifacio, accesibles sólo en barco, fascinan por su tamaño y sus juegos de luz. La gruta del Dragón, la gruta de Saint-Antoine y, sobre todo, la gruta de Sdragonato, cuyo agujero en el techo dibuja la silueta de Córcega, son paradas imprescindibles en cualquier excursión marítima.
En conclusión, visitar las islas Lavezzi en barco es mucho más que una simple excursión marítima: es una inmersión en uno de los últimos santuarios naturales del Mediterráneo, donde la belleza bruta de los paisajes graníticos se combina con la riqueza de un ecosistema preservado y el peso de la historia. Tanto si elige una simple travesía en lanzadera para disfrutar de las playas paradisíacas, como un crucero completo para descubrir todas las maravillas de las Bouches de Bonifacio, o una exploración en profundidad de la fauna submarina con el sendero acuático, el archipiélago de Lavezzi le dejará una huella imborrable. No olvide completar su descubrimiento del Sur de Córcega explorando la magnífica ciudadela de Bonifacio y, por qué no, llegando hasta Ajaccio con el audioguía Navaway para una inmersión total en el alma corsa, entre historia imperial y suave clima mediterráneo.
Para una visita completa de la isla de Lavezzu, prevea al menos de 3 a 4 horas in situ. Esto le permitirá recorrer la isla por el sendero señalizado (alrededor de 1 hora), disfrutar de un baño y un momento de relax en una playa, y visitar los lugares históricos (cementerios marinos y monumentos). Si desea practicar snorkel o explorar varias calas, lo ideal es medio día o un día entero. Las últimas lanzaderas de ida y vuelta suelen salir a media tarde o a última hora de la tarde, según la temporada.
Sí, está permitido bañarse en toda la isla de Lavezzu, con sujeción a las normas de la reserva natural. Las aguas suelen ser tranquilas y poco profundas cerca de las playas, lo que es ideal para las familias. Sin embargo, hay que tener cuidado con las corrientes entre los islotes cuando cambia la marea y con las zonas rocosas. Los mejores lugares para bañarse están en Cala Achiarina, Cala Lazarina y la playa de Chiesa. El buceo con tubo es especialmente recomendable en estas zonas, donde abunda la vida marina.
No, no hay tiendas, restaurantes, bares ni instalaciones turísticas en la isla de Lavezzu. El estatus de reserva natural de la isla prohíbe cualquier construcción permanente para preservar el carácter salvaje del archipiélago. Por eso es imprescindible llevar todo lo necesario para la jornada: agua en abundancia (al menos 2 litros por persona en verano), comida, crema solar, sombrero y, por supuesto, el picnic. Y no olvide llevar una bolsa para la basura, ya que en la isla no hay contenedores.
Por desgracia, las islas Lavezzi no son aptas para personas con movilidad reducida. El acceso a la isla desde los barcos puede ser difícil y, una vez allí, el camino principal está formado por rocas y zonas irregulares sin instalaciones especiales. No hay rampas ni caminos asfaltados. A menudo sólo se puede acceder a las propias playas tras atravesar pasajes rocosos. Si tiene dificultades para desplazarse, lo mejor es optar por un crucero en barco, que permite admirar el archipiélago desde el mar, con paradas para bañarse en zonas de más fácil acceso.
La primera lanzadera de la mañana (normalmente entre las 9.00 y las 9.30) es, con diferencia, la mejor opción en temporada alta. Permite llegar a la isla antes que las multitudes y disfrutar de playas y calas vírgenes. Además, la luz matinal es ideal para la fotografía y el submarinismo. Además, disfrutará de temperaturas más suaves, especialmente agradables para practicar senderismo por la isla. De 11.00 a 12.00 h. en julio y agosto, la isla se llena de gente y puede acoger a varios cientos de visitantes simultáneamente. Hay que llegar pronto a la taquilla del puerto de Bonifacio, ya que las plazas en las primeras lanzaderas se agotan rápidamente.
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