La plaza de San Francisco de Asís

Aireada en sentido literal y figurado, la plaza de San Francisco de Asís es la puerta de entrada al Casco Antiguo. Y lo ha sido desde sus primeros orígenes en el siglo XVI. En aquellos tiempos, La Habana estaba a punto de fundarse como ciudad. Los galeones españoles, en plena travesía del Caribe a España, hacían escala en el cercano muelle. El lugar, idealmente situado al borde del océano, pronto se convirtió en un importante centro comercial. Las tripulaciones no sólo dejaban allí sus mercancías, sino que también aprovechaban para abastecerse de agua dulce antes de volver a zarpar hacia el Atlántico. Los eclesiásticos, recién instalados en su edificio religioso, se trasladaron a lo que hoy es la Plaza Vieja. Todo por motivos de contaminación acústica. Entre los siglos XVIII y XX, se alteró el entorno de la plaza y sus alrededores. Se pavimentaron las calles, se ampliaron la Basílica y el campanario, se construyeron residencias aristocráticas, se crearon nuevos edificios para la Cámara de Comercio y, más tarde, la Aduana, etc. La Plaza de San Francisco de Asís es un popular punto de parada para turistas y pasajeros de cruceros. Su edificio religioso está abierto a conciertos clásicos. Su fuente del león, donada a la ciudad en 1836 por el Conde de Villanueva. También está la escultura de bronce del Caballero de París, un hombre de la calle que recorría La Habana en los años 50, filosofando con los transeúntes.