La plaza de la catedral

Probablemente la más uniforme de las cuatro plazas coloniales de la ciudad, la Plaza de la Catedral es el corazón del casco histórico. Su creación a principios del siglo XVIII desempeñó un papel clave en la revitalización de la zona. Fangosa por naturaleza, el suelo no podía acoger a transeúntes y lugareños por igual, que acudían a tomar algo en las encantadoras terrazas de los cafés. Cabe señalar que era aquí, en este mismo lugar, donde fluía la Zanja Real. Un canal abierto destinado a abastecer de agua a la ciudad. Un proceso que valió a la zona el sobrenombre de La Ciénaga, que aún se oye hoy en día. A medida que la zona circundante se fue urbanizando, el terreno quedó completamente desecado. Esto dejó el camino libre para la construcción de la plaza de la catedral, llamada así en honor del edificio religioso que alberga. Desde el Palacio de los Condes de la Casa de Bayona hasta la Casa de Lombillo y el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras, encontrarás un sinfín de bellos edificios a tu alrededor. Y su ADN barroco, tan característico de la época colonial del siglo XIX, constituye un museo al aire libre. Y es tan hermoso de día como de noche.