Edificio Bacardí

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Bacardí, es una palabra, o más bien un nombre, que probablemente te dirá algo. Pero, ¿sabes por qué? Originaria de Cataluña (España), la familia Bacardí es el ilustre nombre que hay detrás de una de las marcas de ron más conocidas del mundo. Todo empezó a principios del siglo XIX, cuando Facundo Bacardí, comerciante de vinos, aprovechó la colonización española para emigrar a la isla de Cuba. A su llegada, se interesó de inmediato por la producción de ron, con el objetivo de hacer que la bebida espirituosa fuera más sofisticada de lo que ya era. Para conseguirlo, mejoró las técnicas de producción a todos los niveles. El resultado de estos ajustes fue el primer ron blanco. En 1862, la familia Bacardí fundó su marca en Santiago de Cuba. Cincuenta años más tarde, la desarrollaron internacionalmente. Y en la década de 1920, la prosperidad llegó con la ayuda de los estadounidenses, que desafiaron la prohibición en Cuba para frustrar la Ley Seca en su país. Fue durante esta misma década de crecimiento y éxito cuando la empresa familiar construyó el edificio que tienes delante. O debería decir el edificio Art Decó más hermoso de La Habana. Con 47 metros de altura, su sede fue durante mucho tiempo el primer y único «rascacielos» de la capital cubana. La fachada piramidal es una mezcla de granito rojo, pizarra dorada y elementos de latón, con ocasionales esculturas de ninfas desnudas y relieves de terracota. Los materiales complementarios proceden de casi todas las naciones de Europa, como Alemania, Suecia, Francia, Italia, Noruega, Bélgica y Hungría. En lo alto de la torre central se alza un murciélago, símbolo emblemático de la marca de ron. El animal fue elegido como tal por la esposa del fundador, porque una colonia entera, atraída por la melaza, solía vivir en las vigas del tejado de la destilería original. Además, con un murciélago como logotipo, la marca era fácilmente reconocible entre los cubanos analfabetos de la época. Tras la revolución cubana de 1959 y la incautación por el Estado de los bienes nacionales de Bacardí, la empresa ronera abandonó el país y se trasladó a Estados Unidos. Hoy, el edificio Bacardí alberga oficinas. Sólo el vestíbulo y el bar están abiertos a los visitantes. Pero no te preocupes, ¡vale la pena! Ten en cuenta que puede haber obras de restauración en curso.
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