Avenida de los Presidentes

En el accidentado entramado de calles del Vedado, destacan dos enormes avenidas rectas. Son la Avenida Paseo y su paralela, la Avenida de los Presidentes, donde acabas de detenerte. La Avenida de los Presidentes es una de las vías más bellas de La Habana, se extiende por una veintena de calles y se abre al Malecón por un lado. Turistas y lugareños en movimiento están relativamente bien atendidos. A lo largo de la acera, los antiguos palacios de la alta burguesía muestran sus fachadas intemporales, a veces decoradas con flores. En el centro, una sucesión de jardines y zonas de césped acentúan un toque de verdor propicio a la relajación. Pero más allá de la forma, es sobre todo el fondo lo que constituye la esencia misma de la Avenida de los Presidentes. Y por fondo, aquí, nos referimos al peregrinaje de monumentos erigidos en memoria de antiguos presidentes latinoamericanos de todas las épocas. Tienes a Simón Bolívar por Bolivia, Benito Juárez por México, Salvador Allende por Chile, Eloy Alfaro por Ecuador y José Miguel Gómez y Tomás Estrada Palma por Cuba. Víctima del vandalismo en 1959, la estatua de Tomás Estrada Palma consta ahora de sólo dos pies sobre un pedestal. Una especie de galería de arte al aire libre e interludio histórico en el Vedado, la Calle G, como también se la conoce, alberga el Museo de la Danza, un hotel de 4 estrellas, un café literario, escuelas multidisciplinares y muchas otras instituciones políticas y culturales. Por eso, a cualquier hora del día, y especialmente los fines de semana, la zona bulle de actividad.