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¡Rumbo a una de las ciudades medievales mejor conservadas de Francia! Situada hoy en la región de Países del Loira, Guérande está históricamente vinculada a la historia de su vecina, ya que formó parte del poderoso ducado de Bretaña, independiente del reino de Francia durante siglos. Por esta posición estratégica y autónoma, tuvo que rodearse de sus imponentes murallas para protegerse de los numerosos enemigos que codiciaban la región. Gracias a diversas restauraciones y a una firme voluntad de preservar este patrimonio excepcional, las murallas han llegado hasta nosotros en su totalidad, tan bien conservadas que la ciudad es apodada la Carcasona del Oeste. En esta visita de 1 km, viajarás en el tiempo por sus calles adoquinadas, sus monumentos históricos y su rico pasado, que le ha permitido conservar su fuerte identidad bretona. Pero Guérande es también una ciudad que ha sabido aprovechar su geografía para convertirse en todo un referente de la gastronomía francesa, gracias a sus extraordinarias salinas, uno de los grandes imprescindibles de la región. Así que, dirígete al Atlántico, entra en sus enormes muros de piedra y déjate llevar por la Historia.
Esta pequeña plaza empedrada es una de las más antiguas de Guérande. Como indica su nombre, aquí se celebraba antiguamente un mercado, desde el siglo XIV. Principalmente se vendía trigo y también había un antiguo cementerio. Leer más
La plaza Saint-Aubin es un lugar de paso imprescindible en Guérande. Además de conducirte hasta la fachada de la colegiata, que vamos a descubrir justo después, muestra preciosos edificios históricos que te sumergen en el pasado de la ciudad. Leer más
Te encuentras en la plaza Saint-Jean. El edificio que ves aquí es el Hôtel-Dieu de Guérande, un auténtico edificio histórico. Tan antiguo que ni siquiera se conoce la fecha exacta de su construcción. No dudes en avanzar un poco para ver su fachada, que se encuentra a la izquierda. Leer más
Aquí te encuentras frente a la iglesia principal de la ciudad, la colegiata de Saint-Aubin. Situada en pleno corazón de la ciudad medieval, está clasificada como Monumento Histórico desde 1840. Leer más
Tras cruzar la puerta de Saint-Michel, llegas a la ciudad medieval de Guérande, en la calle del mismo nombre. Principal arteria comercial de la ciudad, te llevará directamente hasta la colegiata de Saint-Aubin. Detrás de ti, se ve la parte trasera de la puerta, donde podemos imaginar los prestigiosos apartamentos del gobernador. Leer más
Aquí te encuentras en la encantadora plaza del Pilori. Aquí se respira todo el alma medieval de la ciudad, con sus adoquines y sus casas de piedra. Y precisamente, en la Edad Media este era uno de los lugares más importantes de la ciudad, ya que aquí se encontraba el “pilori”, un instrumento utilizado para impartir justicia. Leer más
A tu derecha, detrás del gran portón rojo que oculta la entrada, se alza un edificio histórico: el Mansión del Prebostazgo. Leer más
El edificio que tienes delante es la capilla de Notre-Dame-la-Blanche. Forma parte de los ocho edificios clasificados como Monumento Histórico de la ciudad. Leer más
La gran puerta roja que tienes a tu derecha da acceso a una hermosa mansión llamada Hôtel du Tricot. Leer más
Por esta pequeña puerta vamos a salir un momento del recinto medieval. Abierta en las murallas, se trata de una poterna que lleva el mismo nombre que la mansión que se encuentra al lado y que la calle a la que conduce. Leer más
Aquí tienes la puerta de Saillé, declarada Monumento Histórico de la ciudad. Constituye la entrada sur a la villa, dando acceso a la calle del mismo nombre. Leer más
¡Imposible visitar la ciudad sin hablar de lo que le da hoy su gran reputación: sus marismas salinas! La sal de Guérande está reconocida internacionalmente por su calidad excepcional, reflejo del saber hacer francés. Leer más
Como habrás notado, Guérande sigue hoy rodeada por sus potentes murallas, una de las mejor conservadas de Francia, pese a que apenas ha sido restaurada a lo largo de su historia. Mide 1.300 metros en total y cuenta con 6 torres y 4 puertas fortificadas que antaño defendían la ciudad. Leer más
El edificio que se encuentra a su derecha albergó hasta hace poco uno de los pocos museos de la muñeca que quedaban en Francia. Aunque cerró sus puertas en 2017, merece la pena mencionarlo porque fue creado gracias a Lucien Mahé, antiguo presidente de la Oficina de Turismo Leer más
¿Aún tienes tiempo en Guérande? ¡Descubre nuestros mejores consejos para aprovecharlo al máximo! Leer más
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Una navegación interactiva por las calles, plazas y barrios más bellos
14 audioguías divertidas con comentarios históricos, anécdotas y algunos misterios
Un lugar imprescindible por excelencia. Modeladas desde la Edad Media, estas salinas ofrecen un espectáculo impresionante de estanques con reflejos cambiantes. Al recorrer los senderos, se descubre el trabajo de los salineros, que mantienen vivo un saber hacer ancestral para recolectar la famosa sal de Guérande. Al atardecer, los colores reflejados en el agua crean un escenario mágico.
A pocos kilómetros de Guérande se extiende el Parque Natural Regional de Brière, un vasto humedal salvaje surcado por canales. Puede explorarse en chaland, una barca tradicional de fondo plano, y dejarse llevar por la calma del paisaje. Las casas con techo de paja, los cañaverales y la abundante fauna lo convierten en un destino ideal para los amantes de la naturaleza.
Antiguo puerto pesquero, Le Croisic ha conservado todo su encanto con sus casas de entramado de madera a lo largo de los muelles y sus callejuelas adoquinadas. Su costa rocosa, conocida como la “costa salvaje”, atrae a los caminantes en busca de panoramas marinos espectaculares. El Océarium es una visita imprescindible para descubrir tiburones, medusas y otros habitantes de los mares del mundo.
Con su playa de arena fina de nueve kilómetros, La Baule es una de las estaciones balnearias más famosas de Francia. Las villas Belle Époque, escondidas entre los pinos, son testimonio de su elegante pasado. El paseo marítimo, los cafés animados y las numerosas actividades náuticas la convierten en un destino tanto chic como familiar.
Vecina de La Baule, Le Pouliguen ha conservado un ambiente más íntimo. Su puerto, sus mercados animados y sus heladerías famosas son paradas obligatorias. El paseo de la costa salvaje, que une Le Pouliguen con Le Croisic, es uno de los más bellos del litoral y ofrece vistas impresionantes del océano.
Incluido entre las “Pequeñas Ciudades con Carácter”, Piriac cautiva con sus casas de granito, contraventanas de colores y calles adornadas con malvarrosas. El pueblo conserva una autenticidad que recuerda a los puertos bretones. Los senderos costeros conducen a calas salvajes y ofrecen magníficas vistas del Atlántico.
Entre salinas y playas, Batz-sur-Mer es un pueblo cargado de historia. Su iglesia fortificada, la torre de Saint-Guénolé, domina el paisaje y ofrece una vista panorámica excepcional. El Museo de las Salinas permite comprender mejor la vida de los salineros y la importancia de la sal en la región.
Ciudad portuaria e industrial, Saint-Nazaire está volcada hacia el mar. Se pueden visitar sus inmensos astilleros, donde nacen algunos de los transatlánticos más grandes del mundo, o subir al Espadon, un antiguo submarino abierto al público. La ciudad también ha sabido revalorizar su paseo marítimo, ideal para caminar frente al Atlántico.
Es un puerto pesquero animado, conocido por sus coloridos arrastreros y su mercado de pescado. La Turballe también cuenta con una inmensa playa de arena que se extiende a lo largo de varios kilómetros, perfecta para el baño y los deportes náuticos. Más al norte, la costa rocosa se vuelve más salvaje y atrae a los senderistas.
Este rincón tranquilo de la península combina pequeñas playas, calas discretas y amplios marismas. Es un lugar perfecto para disfrutar de un entorno más íntimo y preservado, lejos de las estaciones balnearias más concurridas. Los amantes del marisco apreciarán especialmente las ostras y mejillones cultivados en los alrededores.
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