Colegiata de Saint-André

Aquí, frente a la colegiata de Saint-André, te encuentras en el corazón del barrio del Délphinal, sede del poder de los Delfines en la Edad Media. Aquí, el Delfín no tiene nada que ver con el hijo mayor del rey de Francia. Es el título que llevaban los condes de Viennois. El Delfín André construyó esta iglesia en 1228 para que sirviera de necrópolis de su dinastía y albergara su capítulo de canónigos fundado dos años antes. Sobre todo, quería afirmar su poder sobre el obispo, con quien co-gobernaba la ciudad. La colegiata se financió con los ingresos de las minas de plata situadas cerca de Alpe d’Huez, y se construyó en un contexto poco habitual, pocos años después de la gran inundación de Grenoble. En 1219, la ciudad sufrió una gran catástrofe natural cuando se derrumbó una presa natural, causando graves daños y muchas muertes. El campanario era el edificio más alto de la ciudad en aquella época, y en 1398 albergó el primer reloj público de Grenoble. Es el único monumento construido por los antiguos señores del Dauphiné que ha sobrevivido intacto. Cuando Grenoble se unió al Reino de Francia en 1349, la colegiata se convirtió en la capilla del nuevo Parlamento. Ahora es una simple iglesia parroquial, pero está catalogada como monumento histórico desde 2010. En su interior, las tumbas de los Delfines fueron destruidas durante las Guerras de Religión. En su lugar, ahora puedes ver la tumba del famoso caballero Bayard, el “intrépido e intachable”. También podrás ver su estatua en la plaza Saint-André. Conocido por su valentía en el campo de batalla, su integridad y su honor, el caballero se ha convertido en leyenda y está ampliamente representado en la literatura, convirtiéndose en una figura emblemática de la caballería francesa.