El puente de San Miguel

Pequeño favorito de los románticos de alma, el puente de San Miguel es conocido por ofrecer un momento de meditación plena. Si bien su historia se resume rápidamente a un puente giratorio plano, reemplazado por otro de piedra a principios del siglo XX, sus vistas de los paisajes de Gante pueden apreciarse durante horas. Al acercarte, el arco ya te da ganas de sacar la cámara, ya que se mezcla perfectamente con el resto de las construcciones tradicionales que lo acompañan.

Te aconsejamos que vayas directamente al pie de la farola central, donde está el trono del arcángel Miguel, para captar toda la esencia del lugar. Verás que no importa hacia dónde mires, la vista automáticamente se asemeja a las postales. La más bella es donde se encuentran las tres torres simbólicas de Gante, que corresponden a la iglesia de San Nicolás, al campanario y, por último, a la catedral de San Bavón.

Y si además llegas a los últimos destellos del día y por lo tanto a los primeros segundos de la puesta de sol, el paisaje se vuelve instantáneamente más sensacional.