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Catedral Notre-Dame

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Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Estrasburgo, De la Petite France a la Gran Europa

Aquí estás, de la misma manera que los 4 millones de visitantes que vienen cada año, frente a la catedral de Nuestra Señora de Estrasburgo. Víctor Hugo la describía como : un prodigio de lo gigantesco y de lo delicado. Hasta 1874, fue el edificio religioso más alto del mundo. Hoy, con sus 142 metros hasta la cima de su aguja, es la segunda catedral más alta de Francia, después de otra Nuestra Señora, la de la ciudad de Ruán. Sus fachadas te van a dejar con la boca abierta. Te recomiendo recorrer la catedral y fijarte en los detalles tallados en piedra. Podrías quedarte horas admirando la riqueza de la obra. Hay cientos de esculturas que te contarán una historia fascinante de la Edad Media. Veamos ahora unos detalles de la fachada. Fíjate que tiene tres portales. El de la izquierda muestra la infancia de Cristo, rodeado de estatuas que representan las virtudes aplastando los vicios. Si te acercas al portal central, vas a ver que trata sobre la Pasión de Cristo. Y en la tercera fila, encima de la crucifixión, hay una representación interesante del infierno, con un diablo recostado y un niño parado sobre un traidor, cuya única parte visible es el trasero. El interior de las bóvedas está lleno de representaciones del Antiguo y del Nuevo Testamento. El portal de la derecha es famoso por la parábola de las vírgenes. A la izquierda, está el provocador ofreciendo la manzana de la tentación a las 5 vírgenes insensatas. Y frente a ellas están las 5 vírgenes prudentes, esperando al marido ideal. Mira bien la espalda del diablo y verás que se abre revelando sapos y serpientes. En 1220, la ciudad imperial libre de Estrasburgo decidió reconstruir su catedral románica con un estilo gótico. La ciudad contaba con fondos y se dio un gustito. Estaba prácticamente lista en 1365 y se terminó oficialmente en 1439, con su única aguja. Hecha de arenisca rosa de los Vosgos, la luz le da un color especial, destacando su ornamentación. Pero no te pierdas el interior. Una vez adentro, vas a ver una colección espectacular de vidrieras que datan del siglo XII al XIV, con un rosetón inmenso y sublime, considerado una obra maestra. Pero una de las joyas de Nuestra Señora, es su Pilar de los Ángeles, con una representación del Juicio Final de 18 metros de alto. Se cuenta que si te das vuelta, verás a un hombre mirando fijamente el pilar, apoyado en la baranda. Se dice que es el arquitecto que no eligieron para el proyecto y que espera verlo derrumbarse. No te olvides de ver la obra maestra de Hans Hammer, el púlpito. Este ejemplo perfecto del gótico flamígero tiene unas 50 estatuas, incluyendo a un perro en la baranda, que, según la leyenda, es el perro del predicador Jean Geiler de Kaysersberg, que solía venir acompañado de su mascota. En 1527, Estrasburgo adoptó la Reforma y la catedral se convirtió en un templo protestante. Perdió muchas estatuas de la Virgen María y parte de su mobiliario, pero ganó su reloj astronómico, una de las 7 maravillas del Sacro Imperio Romano Germánico. Este calendario perpetuo gira un año y avanza un diente cada día. Cuenta la leyenda que el magistrado de la ciudad mandó a sacarle los ojos al pobre relojero para que no pudiera hacer otro igual. Trata de estar ahí a las 12:30 para ver a los autómatas en acción. Vas a ver a los apóstoles pasar frente a Cristo y a las personificaciones de las edades de la vida pasar frente a la muerte. Cada cuarto de hora aparece primero el niño, luego el joven, después el hombre maduro y finalmente el anciano. ¡Increíble! El órgano, en forma de nido de golondrina, colgado entre los pisos 2 y 3, también vale la pena. Incluso puedes subir a la plataforma de la catedral, a 66 metros de altura, donde debería haberse construido otra aguja. Tienes que pagar entrada y subir 330 escalones para disfrutar de una vista espectacular de Estrasburgo. La visita te dará una idea de cómo nuestros antepasados construían las catedrales, usando dos ruedas de ardilla que aún están ahí. Los hombres corrían dentro de ellas, como hámsteres, y hacían girar las poleas sin esfuerzo. ¿Ingenioso, no? En resumen, Nuestra Señora de Estrasburgo es una visita obligada que merece toda tu atención, por dentro y por fuera.

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