El Palacio Sponza

Al llegar a la plaza de Luža, es cierto que podemos ver algunos monumentos simbólicos de Dubrovnik, incluido uno que es muy querido.

Reconocible por su galería con arcadas, el Palacio Sponza es uno de los pocos edificios que quedaron en pie tras el devastador terremoto de 1667. Construida entre 1516 y 1522, esta joya gótica veneciana sirvió como sede de la aduana, luego como un gigantesco almacén, antes de convertirse en los talleres de la Casa de la Moneda de la República de Ragusa.

El siglo XIX marcó el final de todas las funciones administrativas del edificio que, hoy en día, acoge exposiciones temporales, numerosos conciertos y otros eventos culturales. Sin olvidar los archivos muy antiguos de la ciudad, que permitieron al historiador francés Fernand Braudel escribir su libro El Mediterráneo.

Si bien la visita al Palacio Sponza tiene un costo, admirar toda su belleza arquitectónica, que data de antes de Dubrovnik, es gratuito.

Justo al lado, la torre del reloj también llama la atención con sus dos estatuas de bronce, apodadas Maro y Baro, que tocan la campana desde el siglo XV para marcar las horas, una tradición que sigue viva hoy en día.