El monasterio franciscano

Lejos del bullicio del Stradun, el monasterio franciscano predica la paz para un retiro pacífico, histórico y vegetal.

A mediados del siglo XIV, la República de Ragusa disfrutaba de una prosperidad muy ventajosa y esto se hizo saber rápidamente. Además de atraer a muchos comerciantes y simples futuros habitantes, Dubrovnik incluso conquistó el corazón de los monjes franciscanos, que iniciaron la construcción de este monasterio en 1317 en la calle principal. Una ubicación privilegiada, intencionalmente elegida dentro de las murallas, que los protegerá de las amenazas de guerra de principios del siglo XIV.

Dañado a lo largo del tiempo y durante ese terremoto eterno de 1667, el sitio religioso ya no tiene el mismo aspecto que en sus inicios. El único vestigio de esta época pasada, todavía apreciable hoy en día, es el frontón de su portal sur, adornado con una escultura de la Virgen que lleva a su hijo que se llama más comúnmente una Piedad. Aunque el edificio ya brilla por su aspecto exterior barroco, sería una mentira decir que el interior no tiene mucho interés en ser visto.

Para ser honesta, es incluso la parte más bella del monasterio, pero se puede visitar pagando. Con una pequeña participación en la entrada, puedes pasear por el patio interior con sus 120 columnas y capiteles decorados con motivos vegetales. Y aunque tengas que pagar, también te aconsejamos que visites el museo monástico y la antigua farmacia de 1317, que aparentemente se consideraba la tercera más importante de Europa, o incluso del mundo en ese momento.