Los Duques de Borgoña

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Dijon, Capital de la Borgoña
Vamos, tiempo de dirigirse al centro histórico, enfoquémonos en un tema importante: la historia de Dijon, inseparable de la historia de Francia, gracias a la presencia y al reinado de los poderosos Duques de Borgoña. Hay que saber que hablamos de un reinado que compitió directamente con el propio rey de Francia. Repasemos todo esto. Si encuentras un lugar donde sentarte un momento, hazlo, porque la historia es larga, aunque apasionante. ¿Quiénes eran los Duques de Borgoña? Existió una vez el reino de Borgoña, antiguo reino de los burgundios, que se extendía desde Aviñón hasta Langres, sobre Dijon. Carlomagno, convertido en emperador en el 800, unificó todos los territorios francos, pero el reino de Borgoña mantuvo su unidad bajo su gobierno y el de su hijo. Todo cambió cuando los nietos de Carlomagno, Carlos II el Calvo y Luis el Piadoso, se reparten el imperio, dividiéndolo entre la Francia Occidental y la Francia Media. Eso representó un problema para Borgoña que se encuentra dividida en dos. Se crea entonces el condado de Borgoña, que luego se convertirá en la región de Franco Condado, y el ducado de Borgoña, del que vamos a hablar. A partir de ese momento, el ducado es gobernado sucesivamente por diferentes dinastías: los Bosónidas, los Robertianos, los Capetos y finalmente los Valois, que dejaron su huella en la historia. Los Capetos, durante su reinado, lograron convertir el ducado en un principado rico y próspero. En 1361, el rey de Francia, Juan el Bueno, decide anexar al ducado, pero los borgoñones no quieren convertirse en una provincia real. El rey le otorga la dirección del ducado a su hijo, Felipe el Atrevido, primer duque de Borgoña de la casa de Valois, 2 años después. Su unión con la rica heredera del condado de Flandes y de muchos otros territorios, Margarita III, lo eleva entre los personajes más poderosos de Francia. Fue él quien inició la construcción del magnífico palacio de los Duques. Enriqueció Borgoña y la convirtió en un territorio capaz de competir con los grandes reinos de Europa. A su muerte, su hijo Juan Sin Miedo, primo del rey, retoma el ducado. Bajo su gobierno, el ducado crece un poco más y se vuelve cada vez más poderoso. Pero él, lo que quiere es ser rey de Francia. Ambicioso y sin miedo, hace asesinar al duque de Orleans, su primo, hermano del rey, para mantenerse en la carrera. Pero su acto desencadena una guerra civil durante la cual será asesinado. Su único hijo, Felipe III de Borgoña, llamado Felipe el Bueno, toma el relevo a los 23 años. Desea vengar la muerte de su padre y firma un tratado para aliarse con los ingleses contra el rey de Francia. Pero el rey lamenta haber matado a su padre y se lo hace saber. Entonces, Felipe el Bueno cancela su alianza con los ingleses, y firma la paz con el reino de Francia después de años de conflictos. Edifica la Torre que lleva su nombre, y continúa expandiendo su ducado, adueñándose de las tierras de Brabante, de Picardía, de Luxemburgo e incluso de Holanda. Cuando su hijo, Carlos el Temerario, toma su lugar a su muerte, el ducado es tan poderoso que intentará convertirlo en un reino independiente. Decide ampliar el territorio ocupando Lorena, pero es asesinado cuando intenta apoderarse de Nancy. Su única hija se convierte entonces en duquesa de Borgoña. Solo tiene 20 años y no está casada; el rey se aprovecha y ataca a esta presa fácil. Logra recuperar los Estados de Borgoña. La duquesa, María de Borgoña, se casa luego con Maximiliano de Austria, quien pertenece a la todopoderosa dinastía de los Habsburgo, y le transfiere así la posesión de varios territorios borgoñones, especialmente aquellos que hoy constituyen Bélgica y los Países Bajos. De este modo, ella logra salvar algunos territorios, pero Borgoña, por su parte, se somete al rey Luis XI y se une al reino de Francia en 1482, a pesar de los esfuerzos de la duquesa por preservar la totalidad de su territorio. Sin embargo, Borgoña mantiene cierta unidad e independencia, ya que conserva su Parlamento, ubicado en Dijon, hasta la Revolución. En 1542, el rey Enrique II crea la généralité de Borgoña, siempre bajo la autoridad real, por supuesto, pero considerándola como una región independiente. Durante la Revolución, Francia se divide en 86 departamentos, cuatro de los cuales forman parte de Borgoña. La región de Borgoña se crea oficialmente en 1982 por el presidente François Mitterrand. Así es como, incluso después de dos milenios de historia, Borgoña ha logrado mantener una fuerte identidad, compitiendo durante décadas con el propio reino de Francia. Aún hoy, se puede apreciar toda la riqueza que su historia le ha aportado, tanto en términos de sus monumentos, como de su arte o de su cultura. Un territorio que le debe muchisimo a esos cuatro duques emblemáticos que hicieron de esta región una de las más notables de Europa.

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